Pienso que lo que me obliga e escribir es el miedo a volverme loco... Sufro una aspiración ardiente, dolorosa, que perdura en mi como un deseo insatisfecho...
Mi tensión se asemeja, en un sentido, a unas locas ganas de reír difiere poco de las pasiones con que arden los héroes de sade, y sin embargo esta próxima a la de los mártires o los santos...
No me cabe duda: este delirio acusa en mi el carácter humano. Pero, es preciso decirlo, arrastra al desequilibrio y me priva lamentablemente de reposo. Ardo y me desoriento y, al final, quedo vació. Puedo proponerme grandes y necesarias acciones pero ninguna responde a mi fiebre...
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