Outfits de Felices Fiestas

lunes, 16 de junio de 2014

Escribir por escribir…

Hola, nuevamente aquí compartiéndoles una nueva historia, lejos de lo que venía haciendo con mi próximo ebook que publicare que es Sentencia de Humo y que por suerte ya termine.

Pero muy similar a ya unas que tres historias antiguas, donde siempre están presentes esos juguetes de mi infancia que me traumaron como son Ken o Barbie. Si, sé que no escribo bien, que estoy llena de faltas de ortografía y redacción, que a veces me pierdo en mis historia, pero que se le va hacer a un así me gusta hacerlo, aunque nunca llegue algo concreto. Sin más que agregar, les comparto mi mini historia, cuídense, ciao:D


La Sádica Barbie Rapunzel…


Se encontraba en su castillo, en la torre más alta, peinando su hermosa cabellera rubia…

Era otro juguete viviendo su vida marcada, pero ya tenía tantos años reviviendo las mismas escenas cursis con diferentes príncipes que un día enloqueció.

Se cortó su largo cabello rubio, lo amarro junto a las sabanas de su cama y se escapó del castillo…

Por primera vez experimento la realidad lejos de su castillo de plástico, observo el panorama tétrico, desolador…

Su vida lejos de esos guiones ficticios que le dictaba la caja, el cretino destino…

No sabía qué hacer, no pudo soportar el verlo todo tan vacío, se escondió debajo de la cama de su dueña y ahí encontró a un troll abandonado…

Decidió acercársele a tan monstruoso compañero… Pero el troll era hermético, huraño y ella estaba deseosa de vivir algo diferente, algo que saliera del rol.

Llena de locura, de malicia decidió cautivar al troll, enamorarlo… Sin siquiera tocarlo, ella solo jugaba con el troll, imaginaba en su cruel cabeza que jalaba de sus hilos como la caja y su destino un tiempo lo hicieron con ella.

Ella seguía creyendo que algo la obligaba a seguir un rol de vida perfecto… Por las mañanas y las tardes volvía a su castillo, a su torre y se unía su cabello cortado, fingía nuevamente una vida de mentiras, con su enorme sonrisa tallada.

Solo por las noches regresaba debajo de aquella cama a buscar al troll, para examinarlo, para ver cómo alguien podía ser tan imperfecto, raro y loco sin desear ser algo mejor…

En él veía al hombre monstruo en el que jamás podría fijarse, el troll era tan honesto y eso en el mundo de Barbie no cabía.

Una crueldad por tantos años desperdiciados la hizo desquitar toda su rabia con el troll, tenía rabia por ser una muñeca tan hueca y el tonto troll no lo veía… Se enamoró perdidamente de la Sádica Barbie Rapunzel, mientras este lo trataba como uno más en su larga lista…

La culpa era del troll por ser tan ingenuo, por ser diferente por tener aquellas cualidades que en su mundo mundano, lleno de gente vacía no importaban…

Un día harto de que la Sádica Barbie fingiera interés en su vida, en su locura, en seducirlo, para luego hacerlo sentir como una cucaracha aventándolo al olvido y diciéndole con acciones que jamás se fijaría en él… Harto de odiar y amar a esa mujer maldita… Se dio cuenta que en realidad él no la odiaba, él se odiaba a si mismo por soportarla, por darse alas cuando nadie se las otorgaba, por fijarse en algo tan cruel como era Rapunzel, tan vacío, tan mundano.

Era un troll inteligente, lo que lo tenía desdichado fue el no hacerle caso a su intuición y alejarse de esa sádica muñeca donde no encontraría nunca nada…

Se fue a su aldea, regreso con su gente, con sus compañeros troll… Dejo su soledad, su locura, a su sádica musa con su cabellera falsa, con su sonrisa tallada…

Fue a las dos semana, que no supo como pero la Sádica Barbie lo encontró, nuevamente se salió por las noches para llegar después de días a su aldea y justo ahí volvió a querer hipnotizarlo, le prometía cambios, no ser tan cruel con el que era su amigo.

El troll la perdono pues ella nunca le hizo nada, el que se había engañado era el... Le deseo felicidad en su vida, pero también le pidió que se apartara de su aldea, de sus sueños…

El troll volvió a ver la locura, lo maldito, lo mundano en el rostro de Barbie y entendió que él no la amaba… Él siempre se enamoró de un concepto de lo que él esperaba de algo que llamaban amor y no existía.
Sonrió con su sonrisa torcida y entendió que Barbie no era la mala… Él siempre fue el sádico troll, que engatuso a Barbie con su papel de víctima sin que lo notara… Después de todo que importaba, era su mundo irónico lo que lo hizo enloquecer, llenarse de falacia y caer en los mismos parámetros de esa podrida caja.

FIN



Historia propiedad de Cecy Gutiérrez y Excéntrica Zona Alterna, todos los derechos reservados. 
Imágenes tomadas de la red.




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