Hola, nuevamente aquí de regreso de mis vacaciones bloggeras que no me duraron casi nada, pero que con tres o dos días volví a recordar porque lo había abierto.
Y que muchos de esos blogs las personas que los leían los detestaban o criticaban, bueno con el mini tiempo que pase entendí, que yo amo escribir otra vez jajaj, así sean tonterías sin importancia y que si molesto a lectores es su problema. Aquí cada persona decide que leer y que no, al igual que con los programas o películas en la televisión.
No sacare una contribución económica pero me llevo la gratificación de satisfacer un hobby y eso es algo que me alegra la vida, aunque un tiempo lo haya olvidado, llenándome de sueños externos.
Y ya cambiando de tema, les comparto una historia de terror que escribí, pero ya saben que el terror como tal no se me da por completo, así que es una historia con terror a mi estilo, espero les agrade, cuídense, ciao:D
Dulces sueños.
El anhelaba una mujer que le cocinara, que limpiara la casa, que cuidara a los hijos, que arreglara todos los detalles mientras él trabajaba o descansaba echado en el sillón viendo televisión.
Mario deseaba una esposa mojigata, sumisa y bonita… Pero no tan bonita como para que fuera su amante.
Imaginaba siempre que conseguiría aquella esposa y le gritaría…
¡Vieja, tráeme otra cerveza!…
¡Vieja, hazme de comer!…
Vieja esto y aquello… ¡AHORA!…
Mientras tronaba los dedos, diciendo lo descrito.
Él pasaba los días, soñando tan divino suceso…
Que un mal día al ranchero de Mario, chapado a la antigua…
Con una filosofía arraigada de que la mujer siempre es menos que el hombre.
La irónica vida se lo concedió…
Y aquella mujer que tanto anhelaba, se le apareció.
La infame vida se la trajo, no sé si para maldecirlo o bendecirlo…
Pero de que jugaría.
¡Estaba claro!…
No era como que Mario, pidiera un sueño sumamente grandioso… El país y la sociedad eran tan machistas, que siempre había mujeres para aquellos hombres cretinos.
Mujeres resignadas a encontrar aquella otra mitad llena de defectos…
Dispuestas aguantar malos tratos con tal de que las mantengan.
Mujeres con una educación errónea, al igual que esos hombres…
Acostumbradas a recibir órdenes de gordos panzones e infieles.
O tipos bigotones lleno de ira.
Y a Mario lo sedujo Monserrat…
Aquella mujer que conoció en una fiesta en común con otra conocida, que por cierto era su pareja en ese entonces.
Monserrat era la típica mujer ideal para cualquier hombre ranchero y misógino.
Ella hablaba solamente cuando el hombre quería…
Pareciera que se había salido de un país del medio oriente, dispuesta a complacer a su hombre a cualquier precio.
Fue cuando probo su comida, que Mario quedo encantado…
Su forma de tratar a todos los hombres como si fueran reyes.
Lo sedujo… No solo a él, también a su amigo Erick.
Dejo a su novia…
Y siguió frecuentando a Monserrat, que era la compañera de trabajo de su ex novia.
Iba aquel trabajo importándole una mierda destrozarle el corazón a su ex.
Iba y buscaba a Monserrat.
Monserrat sentía el dolor de Daniela.
La injusticia, pero decidió callar.
¡Y como no callar!…
Mario estaba forrado en dinero.
Era lo que cualquier mujer trepadora buscaba.
Tenía tanto dinero que podría arrancar toda la miseria en la que había vivido…
A cambio de complacer sus caprichos de hombre machista.
Y ella había trabajado tanto para ser la perfecta mujer de casa, que lo que estaba viviendo era parte de su premio.
Así que sin tapujos, siguió seduciendo a Mario, no siendo evidente en su trabajo…
Pero en sus salidas siempre le llevaba comida al tipo o algún insignificante presente.
Así duraron un año con el típico amor del primer amor, sin nada de sexo, agarrados de la mano…
Pareciera que se había salido de un país del medio oriente, dispuesta a complacer a su hombre a cualquier precio.
Fue cuando probo su comida, que Mario quedo encantado…
Su forma de tratar a todos los hombres como si fueran reyes.
Lo sedujo… No solo a él, también a su amigo Erick.
Dejo a su novia…
Y siguió frecuentando a Monserrat, que era la compañera de trabajo de su ex novia.
Iba aquel trabajo importándole una mierda destrozarle el corazón a su ex.
Iba y buscaba a Monserrat.
Monserrat sentía el dolor de Daniela.
La injusticia, pero decidió callar.
¡Y como no callar!…
Mario estaba forrado en dinero.
Era lo que cualquier mujer trepadora buscaba.
Tenía tanto dinero que podría arrancar toda la miseria en la que había vivido…
A cambio de complacer sus caprichos de hombre machista.
Y ella había trabajado tanto para ser la perfecta mujer de casa, que lo que estaba viviendo era parte de su premio.
Así que sin tapujos, siguió seduciendo a Mario, no siendo evidente en su trabajo…
Pero en sus salidas siempre le llevaba comida al tipo o algún insignificante presente.
Así duraron un año con el típico amor del primer amor, sin nada de sexo, agarrados de la mano…
Con salidas donde se metía antes que Cenicienta.
Cual típica novela de antaño, plagado de mentiras…
De caretas y antifaces que no existen y ni ellos se creían…
Mario a pesar de ser un mujeriego seguía el juego porque deseaba aquella esposa, muñeca de porcelana que cumpliera todos sus caprichos y órdenes.
Monserrat fingía para cazarlo y no espantar al futuro esposo que la salvaría.
A sus veintidós años Monserrat, decía que era virgen, que ningún hombre había estado con ella.
Que era su primera relación formal…
Y mil mentiras endulzando al ranchero ingenuo de Mario.
Que tenía en su memoria muy metida el aprendizaje de su padre, ese aprendizaje que le dijo cuál era el perfil ideal de esposa…
Mientras dos kilos se sumaban a la talla de Mario.
La comida de Monserrat era deliciosa.
Esa misma comida que lo había cautivado en la primera cita…
Y que seguía deslumbrándolo.
Mario había tenido otras esposas antes…
Pero ninguna cumplía el perfil con el que siempre había soñado.
Después de tres divorcios y ya a sus cuarenta y cinco años, el hombre entendió que no quería una esposa rejega, peleonera y muy bonita…
El quería una sirvienta algo bonita…
Pero sirvienta, ama de casa, cocinera y todo eso que deslumbra a hombres ingenuos.
A los dos años de estar saliendo, decidieron casarse…
Mario estaba harto de que Monserrat se hiciera la difícil…
Y sabía que la única forma de tenerla, era yendo al altar por cuarta vez.
La boda se formuló…
En una finca enorme con familiares, amigos y colegas…
Todos los amigos de Mario, llevaban su sombrero negro ranchero…
Y celebraban en aquella enorme boda llena de cursilería y demasiado teatro.
La novia vestía de blanco, el novio con un smoking que asomaba un chaleco de vestir a punto de estallar…
Eso no importo para bailar un patético balls de música norteña.
Los padres de la novia llorando, como si se fuera lo mejor de su familia.
Baile, comida, balazos…
Confeti…
Aplausos…
Mujeres envidiosas, otras inspiradas y nostálgicas llorando…
Anhelando el final perfecto de toda película o novela de amor melodramático…
Sonrisas, mil sonrisas.
La boda termino…
Al siguiente día la luna de miel…
Entonces algo cambio…
Fue en esa noche en aquella playa que al salir su mujer del baño vestida con un baby doll…
Algo lo asusto…
Ella tenía un velo en su rostro y en su cara se le figuro ver a la muerte…
Sin ser grosero, le dijo que no podría, que estaba muy cansado…
El viaje, la bebida lo habían agotado.
Puso mil excusas, mientras ella sonreía a medias…
Sin quitarse el velo, sin quitarle la mirada de encima…
Aquella maldita mirada penetrante…
Hermosa y maldita a la vez en eso ojos café rojizo…
Él tenía miedo pero se aguantó, se salió del cuarto del hotel y fumo sus cigarrillos.
Espero y espero temblando en el Lobby del hotel
Hasta que amaneciera…
Mientras ella dormía…
Estaba aterrado, al salir el sol y después de quedarse en el lobby del hotel temblando…
Decidió entrar otra vez aquel cuarto, destapo a Monserrat y ahí estaba la mujer con la que se había casado…
La imagen de aquella muerte se había esfumado…
Pensó que se estaba volviendo loco.
Y talvez, talvez se estaba volviendo loco…
Mientras su luna de miel, culminó en ese amanecer…
El quedo extasiado…
Pero ella, tenía otra mirada…
Era como si el amor que el sentía que emanaba hacia él, se hubiera disipado en el momento en que firmaron los papeles.
El viaje siguió…
Mientras ella seguía complaciéndolo, como si fuera un robot…
Cuando Mario la besaba sentía en sus labios el sabor a metal y ese frio que no podía explicar.
Regresaron a su nueva casa, la mudanza comenzó…
Y su deseo se hizo realidad…
Mario desde temprano, empezó a irse con sus colegas y amigos a fiestas…
Llegaba embriagado, con olor a perfume de otra mujer, con pinta labios…
Monserrat no decía nada, solo lo cuidaba…
Ella no se quejaba.
Pero el frio que emanaba al transcurrir los días era cada vez más fuerte e insoportable…
Aunque estuvieran en verano, su mansión se convirtió en invierno.
Por más leña que traían, por más calefacción que ponían, a un cambiando el mármol y poniendo otro tipo de azulejo de piso…
La casa seguía helada.
El la veía tan perfecta siempre complaciéndolo, que le aburría y se iba siempre con otras mujeres.
Su muñeca de porcelana era bonita mientras lo complaciera, mientras fuera la ama de casa y cocinera perfecta.
Y ella lo sabía…
Sabía que él no la quería…
Y perdía su tiempo limpiando, enajenándose cocinando las comidas favoritas y postres de su esposo Mario.
Cual típica novela de antaño, plagado de mentiras…
De caretas y antifaces que no existen y ni ellos se creían…
Mario a pesar de ser un mujeriego seguía el juego porque deseaba aquella esposa, muñeca de porcelana que cumpliera todos sus caprichos y órdenes.
Monserrat fingía para cazarlo y no espantar al futuro esposo que la salvaría.
A sus veintidós años Monserrat, decía que era virgen, que ningún hombre había estado con ella.
Que era su primera relación formal…
Y mil mentiras endulzando al ranchero ingenuo de Mario.
Que tenía en su memoria muy metida el aprendizaje de su padre, ese aprendizaje que le dijo cuál era el perfil ideal de esposa…
Mientras dos kilos se sumaban a la talla de Mario.
La comida de Monserrat era deliciosa.
Esa misma comida que lo había cautivado en la primera cita…
Y que seguía deslumbrándolo.
Mario había tenido otras esposas antes…
Pero ninguna cumplía el perfil con el que siempre había soñado.
Después de tres divorcios y ya a sus cuarenta y cinco años, el hombre entendió que no quería una esposa rejega, peleonera y muy bonita…
El quería una sirvienta algo bonita…
Pero sirvienta, ama de casa, cocinera y todo eso que deslumbra a hombres ingenuos.
A los dos años de estar saliendo, decidieron casarse…
Mario estaba harto de que Monserrat se hiciera la difícil…
Y sabía que la única forma de tenerla, era yendo al altar por cuarta vez.
La boda se formuló…
En una finca enorme con familiares, amigos y colegas…
Todos los amigos de Mario, llevaban su sombrero negro ranchero…
Y celebraban en aquella enorme boda llena de cursilería y demasiado teatro.
La novia vestía de blanco, el novio con un smoking que asomaba un chaleco de vestir a punto de estallar…
Eso no importo para bailar un patético balls de música norteña.
Los padres de la novia llorando, como si se fuera lo mejor de su familia.
Baile, comida, balazos…
Confeti…
Aplausos…
Mujeres envidiosas, otras inspiradas y nostálgicas llorando…
Anhelando el final perfecto de toda película o novela de amor melodramático…
Sonrisas, mil sonrisas.
La boda termino…
Al siguiente día la luna de miel…
Entonces algo cambio…
Fue en esa noche en aquella playa que al salir su mujer del baño vestida con un baby doll…
Algo lo asusto…
Ella tenía un velo en su rostro y en su cara se le figuro ver a la muerte…
Sin ser grosero, le dijo que no podría, que estaba muy cansado…
El viaje, la bebida lo habían agotado.
Puso mil excusas, mientras ella sonreía a medias…
Sin quitarse el velo, sin quitarle la mirada de encima…
Aquella maldita mirada penetrante…
Hermosa y maldita a la vez en eso ojos café rojizo…
Él tenía miedo pero se aguantó, se salió del cuarto del hotel y fumo sus cigarrillos.
Espero y espero temblando en el Lobby del hotel
Hasta que amaneciera…
Mientras ella dormía…
Estaba aterrado, al salir el sol y después de quedarse en el lobby del hotel temblando…
Decidió entrar otra vez aquel cuarto, destapo a Monserrat y ahí estaba la mujer con la que se había casado…
La imagen de aquella muerte se había esfumado…
Pensó que se estaba volviendo loco.
Y talvez, talvez se estaba volviendo loco…
Mientras su luna de miel, culminó en ese amanecer…
El quedo extasiado…
Pero ella, tenía otra mirada…
Era como si el amor que el sentía que emanaba hacia él, se hubiera disipado en el momento en que firmaron los papeles.
El viaje siguió…
Mientras ella seguía complaciéndolo, como si fuera un robot…
Cuando Mario la besaba sentía en sus labios el sabor a metal y ese frio que no podía explicar.
Regresaron a su nueva casa, la mudanza comenzó…
Y su deseo se hizo realidad…
Mario desde temprano, empezó a irse con sus colegas y amigos a fiestas…
Llegaba embriagado, con olor a perfume de otra mujer, con pinta labios…
Monserrat no decía nada, solo lo cuidaba…
Ella no se quejaba.
Pero el frio que emanaba al transcurrir los días era cada vez más fuerte e insoportable…
Aunque estuvieran en verano, su mansión se convirtió en invierno.
Por más leña que traían, por más calefacción que ponían, a un cambiando el mármol y poniendo otro tipo de azulejo de piso…
La casa seguía helada.
El la veía tan perfecta siempre complaciéndolo, que le aburría y se iba siempre con otras mujeres.
Su muñeca de porcelana era bonita mientras lo complaciera, mientras fuera la ama de casa y cocinera perfecta.
Y ella lo sabía…
Sabía que él no la quería…
Y perdía su tiempo limpiando, enajenándose cocinando las comidas favoritas y postres de su esposo Mario.
Haciendo mil manualidades típicas de la esposa ideal.
Un día después de tanto abandono…
Después de tanta comida y kilos atosigando el cuerpo de su amado.
Le dijo desesperada, antes de que Mario se fuera de parranda…
Que estaba nerviosa y no sabía por qué…
Pero si lo sabía, en el fondo ella quería salvarlo.
Y Mario no se dejaba…
Empezó a quejarse, a sacar todo eso que siente cualquier persona normal…
Dijo que necesitaba otra cocina más grande, otro estilo de decoración la casa…
Dijo que necesitaba otra vajilla, otros cubiertos, que necesitaba más ropa y zapatos…
Y más zapatos…
Le describía una larga lista de cosas que ya existían, pero que ella creía que carecían…
Y así un sinfín de banalidades.
A un con su queja absurda no lograba calmar su molestia, pues se estaba evadiendo…
Pensaba que todo lo que tenía, debía hacerla feliz porque así la habían educado y se supone era lo que toda mujer como ella desearía…
Aquel hombre semi guapo forrado en dinero…
Manteniéndola….
Salvándola de la pobreza…
De esa pobreza que más que económica era mental.
Entonces hizo un gran silencio…
Mientras él decía si a todo…
Y luego volvió a hablar para decir: ¡Quiero trabajar!…
Entonces el la miro enojado…
Para contestarle con un no, tajantemente.
Eso no era con lo que Mario había soñado, su mujer de porcelana y ama de casa, no podía trabajar y ver a otros hombres.
Y talvez desenmascarar la única verdad que lo aniquilaría.
Ella no discutió…
Se fue a la cocina y comenzó a preparar nuevos platillos, nuevas recetas…
Y ahí escucho el grito de Mario y su mano tronando los dedos, cumpliendo su sueño por completo de esposo misógino.
Egocéntrico y orgulloso.
¡Vieja, tráeme una cerveza!….
¡Vieja, ya tráeme la comida!…
Mario había perdido su figura un poco decente, para convertirse en un hombre regordete.
Ella no se quejó…
Fue hacia él, le trajo todo lo que le pedía y este sonreía viendo el futbol. Olvidando que también ese día se iría de fiesta.
Ella se fue a lo más alto de la mansión, se encerró en su cuarto…
Y descubrió que detestaba tanto a Mario…
Que estaba harta de que llegara borracho en la madrugada cada viernes, sábado, domingo…
O lunes…
Siempre metiéndose con otras mujeres y no teniendo el más mínimo respeto por disimularlo.
Estaba harta de tener frio…
En aquella casa enorme…
Llena de bienes y sin ninguna gota de verdadero amor.
Con fiestas donde fingían ser la mejor pareja, mientras el único que las disfrutaba era Mario.
El y su trabajo, él y sus caballos…
Él y sus amigos…
El y las mentiras sin pintarse, llenas de cinismo y descaro.
Y sin embargo, ella ya lo sabía desde que lo conoció…
Ella ya lo había estudiado…
Ella sabía que él nunca iba a cambiar…
Que él no buscaba una mujer, sino una esposa trofeo y miles de amantes…
Y que su sueño, no solo lo tenía y cumplía el…
Lo tenía el 99% de los hombres.
Con su absurdo ideal de mujer, siempre se ponían la soga al cuello.
El tiempo en que estaban juntos…
Ella sin que lo notara se cuidaba, no quería embarazarse de alguien tan perverso como Mario.
Después dejo de hacerlo al enterarse que era estéril y su pareja perfecta.
Con el tiempo comenzó a sentir algo extraño por Mario…
Algo que no sintió con los demás, creyó que podía perderse en sus ojos y descubrió que nada era verdad.
Que tampoco a su treintavo esposo, lo podría salvar.
Trato de lograrlo…
Y no pudo…
Decidió culminar lo planeado, aquella esposa impecable…
Deleitando el paladar de su amado con un banquete todos los días…
Pues el apetito de Mario había incrementado…
A pesar de estar lleno, la gula había llegado a él…
Como le había llegado a los otros.
¡Dios sabe que con el tiempo Mario engordo tanto, que parecía que iba explotar!…
Fue un dos de noviembre, que Monserrat se deshizo por completo de su amado…
Ella se dedicó a llenar sus arterias de grasa, de gota…
De colesterol malo…
El palpitar del corazón de Mario, dejo de ser sano…
Para ser cada día más complicado…
Su respirar era cada vez más lento…
Su caminar igual…
Ese día preparo el último banquete, mientras no le quitaba la mirada de encima…
Y él comía tan delicioso
Comía hasta hartarse…
Monserrat sonreía a medias…
De pronto la visión de Mario comenzó a nublarse y otra vez vio en aquel rostro la figura de la muerte…
Para desaparecer nuevamente y no tomarle importancia a lo ocurrido…
La comida lo enloquecía, como a cualquier mortal.
Y seguía comiendo, ahora un delicioso pastel de tres chocolates.
Mientras Monserrat solo comía aquel exquisito pollo en chile colorado con un sutil rojo magnético, que le recordaba el ayer con sus otros esposos.
Al terminar Mario, su ultimo rebanada de pastel…
Ella se lo llevo…
Lo volvió a seducir como en el pasado.
Lo llevo a la recamara del quinto piso…
Como si fuera una mujer fantasma o infernal deslizándose junto a su víctima hacia el umbral de la muerte.
Mario subía las escaleras cansado…
Cuando por fin llegaron a la recamara ella comenzó a besarlo…
Y besarlo, cada vez más apasionadamente con ese sabor a metal en sus labios.
El palpitar de Mario se hizo cada vez más rápido y tosco…
Entonces ahí aprovecho Monserrat, para desvestirlo y subirse encima de Mario.
Lo desnudo y acaricio…
Y comenzó a tararear una canción que él no comprendía…
Luego lo llevo al nirvana…
Y ahí empezó a desahogarse entre tarareos que no se entendían…
Entre versos y estrofas dichos entre dientes…
Pum- tack
Te quería salvar….
Te quería salvar, pero no me dejaste…
Pum- Tack
Tú nunca me quisiste…
Pum-Tack- Tack- Tack…
Lo escuchas amor, es el palpitar de tu corazón…
Es tu dinero rescatando tu pésimo amor…
Pum…
Tack- Tack- Tack
Tack- Tack…
Ahí abrió la boca aterrorizado Mario…
Víctima de un infarto…
Su brazo izquierdo comenzó a dormirse, su pecho a dolerle…
Quería presionarlo, pero las fuerzas se le habían ido…
Ya no podía respirar bien…
Su mandíbula comenzaba a molestarle…
Sin embargo Monserrat lo ignoraba, tarareando palabras…
Y seguía encima de el…
Aunque el hombre no tuviera ya reacción sexual…
Y siguiera ahogándose, gritando fuerte y apagando su sonido de su voz y corazón, cada vez un poco más.
Ella comenzó ahora a cantar una canción vieja…
Las estrofas decían:
Cuando en ya nadie creas más
cuando estés sola en tu llorar
cuando la noche siga ya
Y sientas más la soledad
Es el momento en que sabrás
que lo que un día yo te di
no encontraras en nadie,
en nadie más, en nadie mas
Luego con su mano forrada en un guante de limpieza tapo la boca y nariz de su treintavo esposo y dejo que se asfixiara e infartara por completo…
Se acercó a su oído y le dijo en su último aliento de vida…
¡Dulces sueños Cabrón!
Su cadáver había agarrado un aire aterrador… Su boca estaba abierta con los ojos asustados y ella solo se los cerró.
Terminado lo sucedido hablo a la policía y ambulancia llorando…
Hablo a su mejor amigo Erick, mientras este la consolaba.
El funeral se preparó…
Lo legal también…
Los bienes de Mario pasaron a ser parte completa de su única esposa…
Las demás esposas no recibieron nada, porque Mario era estéril y ya no había lazos.
Luego mientras velaba a su esposo, un cuatro de octubre, hizo un gran banquete en su honor…
Todos sus colegas presentes…
Y puso aquella canción con la cual lo asesino.
Erick el mejor amigo de su difunto esposo, no le quitaba la mirada de encima…
Por fin se le acercó para consolarla, mientras ella sonreía a medias con un sollozo hipócrita…
Ahí en los brazos de Erick, reconoció a su siguiente víctima, destellando en el azul mar de sus ojos, sus enormes bienes que gritaban:
¡Aquí viene la dulce muerte!
Un día después de tanto abandono…
Después de tanta comida y kilos atosigando el cuerpo de su amado.
Le dijo desesperada, antes de que Mario se fuera de parranda…
Que estaba nerviosa y no sabía por qué…
Pero si lo sabía, en el fondo ella quería salvarlo.
Y Mario no se dejaba…
Empezó a quejarse, a sacar todo eso que siente cualquier persona normal…
Dijo que necesitaba otra cocina más grande, otro estilo de decoración la casa…
Dijo que necesitaba otra vajilla, otros cubiertos, que necesitaba más ropa y zapatos…
Y más zapatos…
Le describía una larga lista de cosas que ya existían, pero que ella creía que carecían…
Y así un sinfín de banalidades.
A un con su queja absurda no lograba calmar su molestia, pues se estaba evadiendo…
Pensaba que todo lo que tenía, debía hacerla feliz porque así la habían educado y se supone era lo que toda mujer como ella desearía…
Aquel hombre semi guapo forrado en dinero…
Manteniéndola….
Salvándola de la pobreza…
De esa pobreza que más que económica era mental.
Entonces hizo un gran silencio…
Mientras él decía si a todo…
Y luego volvió a hablar para decir: ¡Quiero trabajar!…
Entonces el la miro enojado…
Para contestarle con un no, tajantemente.
Eso no era con lo que Mario había soñado, su mujer de porcelana y ama de casa, no podía trabajar y ver a otros hombres.
Y talvez desenmascarar la única verdad que lo aniquilaría.
Ella no discutió…
Se fue a la cocina y comenzó a preparar nuevos platillos, nuevas recetas…
Y ahí escucho el grito de Mario y su mano tronando los dedos, cumpliendo su sueño por completo de esposo misógino.
Egocéntrico y orgulloso.
¡Vieja, tráeme una cerveza!….
¡Vieja, ya tráeme la comida!…
Mario había perdido su figura un poco decente, para convertirse en un hombre regordete.
Ella no se quejó…
Fue hacia él, le trajo todo lo que le pedía y este sonreía viendo el futbol. Olvidando que también ese día se iría de fiesta.
Ella se fue a lo más alto de la mansión, se encerró en su cuarto…
Y descubrió que detestaba tanto a Mario…
Que estaba harta de que llegara borracho en la madrugada cada viernes, sábado, domingo…
O lunes…
Siempre metiéndose con otras mujeres y no teniendo el más mínimo respeto por disimularlo.
Estaba harta de tener frio…
En aquella casa enorme…
Llena de bienes y sin ninguna gota de verdadero amor.
Con fiestas donde fingían ser la mejor pareja, mientras el único que las disfrutaba era Mario.
El y su trabajo, él y sus caballos…
Él y sus amigos…
El y las mentiras sin pintarse, llenas de cinismo y descaro.
Y sin embargo, ella ya lo sabía desde que lo conoció…
Ella ya lo había estudiado…
Ella sabía que él nunca iba a cambiar…
Que él no buscaba una mujer, sino una esposa trofeo y miles de amantes…
Y que su sueño, no solo lo tenía y cumplía el…
Lo tenía el 99% de los hombres.
Con su absurdo ideal de mujer, siempre se ponían la soga al cuello.
El tiempo en que estaban juntos…
Ella sin que lo notara se cuidaba, no quería embarazarse de alguien tan perverso como Mario.
Después dejo de hacerlo al enterarse que era estéril y su pareja perfecta.
Con el tiempo comenzó a sentir algo extraño por Mario…
Algo que no sintió con los demás, creyó que podía perderse en sus ojos y descubrió que nada era verdad.
Que tampoco a su treintavo esposo, lo podría salvar.
Trato de lograrlo…
Y no pudo…
Decidió culminar lo planeado, aquella esposa impecable…
Deleitando el paladar de su amado con un banquete todos los días…
Pues el apetito de Mario había incrementado…
A pesar de estar lleno, la gula había llegado a él…
Como le había llegado a los otros.
¡Dios sabe que con el tiempo Mario engordo tanto, que parecía que iba explotar!…
Fue un dos de noviembre, que Monserrat se deshizo por completo de su amado…
Ella se dedicó a llenar sus arterias de grasa, de gota…
De colesterol malo…
El palpitar del corazón de Mario, dejo de ser sano…
Para ser cada día más complicado…
Su respirar era cada vez más lento…
Su caminar igual…
Ese día preparo el último banquete, mientras no le quitaba la mirada de encima…
Y él comía tan delicioso
Comía hasta hartarse…
Monserrat sonreía a medias…
De pronto la visión de Mario comenzó a nublarse y otra vez vio en aquel rostro la figura de la muerte…
Para desaparecer nuevamente y no tomarle importancia a lo ocurrido…
La comida lo enloquecía, como a cualquier mortal.
Y seguía comiendo, ahora un delicioso pastel de tres chocolates.
Mientras Monserrat solo comía aquel exquisito pollo en chile colorado con un sutil rojo magnético, que le recordaba el ayer con sus otros esposos.
Al terminar Mario, su ultimo rebanada de pastel…
Ella se lo llevo…
Lo volvió a seducir como en el pasado.
Lo llevo a la recamara del quinto piso…
Como si fuera una mujer fantasma o infernal deslizándose junto a su víctima hacia el umbral de la muerte.
Mario subía las escaleras cansado…
Cuando por fin llegaron a la recamara ella comenzó a besarlo…
Y besarlo, cada vez más apasionadamente con ese sabor a metal en sus labios.
El palpitar de Mario se hizo cada vez más rápido y tosco…
Entonces ahí aprovecho Monserrat, para desvestirlo y subirse encima de Mario.
Lo desnudo y acaricio…
Y comenzó a tararear una canción que él no comprendía…
Luego lo llevo al nirvana…
Y ahí empezó a desahogarse entre tarareos que no se entendían…
Entre versos y estrofas dichos entre dientes…
Pum- tack
Te quería salvar….
Te quería salvar, pero no me dejaste…
Pum- Tack
Tú nunca me quisiste…
Pum-Tack- Tack- Tack…
Lo escuchas amor, es el palpitar de tu corazón…
Es tu dinero rescatando tu pésimo amor…
Pum…
Tack- Tack- Tack
Tack- Tack…
Ahí abrió la boca aterrorizado Mario…
Víctima de un infarto…
Su brazo izquierdo comenzó a dormirse, su pecho a dolerle…
Quería presionarlo, pero las fuerzas se le habían ido…
Ya no podía respirar bien…
Su mandíbula comenzaba a molestarle…
Sin embargo Monserrat lo ignoraba, tarareando palabras…
Y seguía encima de el…
Aunque el hombre no tuviera ya reacción sexual…
Y siguiera ahogándose, gritando fuerte y apagando su sonido de su voz y corazón, cada vez un poco más.
Ella comenzó ahora a cantar una canción vieja…
Las estrofas decían:
Cuando en ya nadie creas más
cuando estés sola en tu llorar
cuando la noche siga ya
Y sientas más la soledad
Es el momento en que sabrás
que lo que un día yo te di
no encontraras en nadie,
en nadie más, en nadie mas
Luego con su mano forrada en un guante de limpieza tapo la boca y nariz de su treintavo esposo y dejo que se asfixiara e infartara por completo…
Se acercó a su oído y le dijo en su último aliento de vida…
¡Dulces sueños Cabrón!
Su cadáver había agarrado un aire aterrador… Su boca estaba abierta con los ojos asustados y ella solo se los cerró.
Terminado lo sucedido hablo a la policía y ambulancia llorando…
Hablo a su mejor amigo Erick, mientras este la consolaba.
El funeral se preparó…
Lo legal también…
Los bienes de Mario pasaron a ser parte completa de su única esposa…
Las demás esposas no recibieron nada, porque Mario era estéril y ya no había lazos.
Luego mientras velaba a su esposo, un cuatro de octubre, hizo un gran banquete en su honor…
Todos sus colegas presentes…
Y puso aquella canción con la cual lo asesino.
Erick el mejor amigo de su difunto esposo, no le quitaba la mirada de encima…
Por fin se le acercó para consolarla, mientras ella sonreía a medias con un sollozo hipócrita…
Ahí en los brazos de Erick, reconoció a su siguiente víctima, destellando en el azul mar de sus ojos, sus enormes bienes que gritaban:
¡Aquí viene la dulce muerte!
FIN
Historia creación de Cecy Gutiérrez y Excéntrica Zona Alterna, todos los derechos reservados.
Imágenes tomadas de la red.
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