Hola, nuevamente aquí después de casi una semana, trayéndoles dos historias que escribí con mi típico estilo.
Espero les agraden, sin nada ya que agregar, me despido, cuídense, ciao:D
Recordando como esa perra de Navidad, me había roto mis ilusiones y a la vez solo me había devuelto todo lo malo que hasta ese momento había hecho en vida.
Recordé como hace tres horas atrás llegue a nuestra casa, con mi camioneta adornada al estilo navideño, ustedes saben con esos típicos cuernos de reno adorables, los cuales se habían vuelto moda en esta época.
Y yo era el típico hombre que adoraba la Navidad, decorar mi casa, ir a posadas, a la iglesia en domingo, confesar mis pecados, sonreír, hacerme el chico bueno solo cuando llegaban esas épocas hipócritas o cuando era requerido ser diplomático.
Me case con Navidad, después de cuatro años de novios, la amaba o simplemente me había cansado de brincar de cama en cama.
Aquella chica era todo lo que había deseado en una mujer, era sumamente bonita y tonta; al menos eso era lo que yo creía.
Hasta esa noche que llegue y la cache teniendo sexo con mi mejor amigo…
No lo podía creer, era la mujer que yo amaba, era mí amada Navidad, a la que nunca escuchaba y tan solo fingía escuchar.
Era la princesa en la que me perdía en su cuerpo, resolviendo mis problemas internos…
La que me perdonaba o no tomaba importancia a mis tantas infidelidades.
Y Rubén era mi mejor amigo, un idiota del cual siempre me mofaba en el trabajo… Era un rubio nerd guapo tan noble, que era simplemente imposible no burlarse de él.
Y yo, bueno era el típico bullí, que disfrutaba siéndolo con todo el mundo…
Amaba burlarme de Rubén frente a todos, amaba engañar a Navidad y verla como objeto…
Amaba tener infinidad de amantes, amaba portarme como un patán con todas…
Gustaba de molestar gente que no conocía o compartía mi vecindario.
Me encantaba molestar a otros, mientras manejaba sintiéndome tráiler loco…
Era simplemente todo lo molesto con lo que cualquier persona se podría topar, pero fingía, fingía no serlo, fingía ser humilde, fingía estar perdidamente enamorado…
Fue mientras escuchaba gemir a Navidad en nuestra recamara, montada sobre el cretino de Rubén, que sus gritos placenteros se convirtieron en mi liberación, aunque como hombre fueran mi peor deshonra.
Llegando la época Navideña, yo mutaba, me llenaba de una hipocresía que me daban ganas de vomitarla, pero creía debía respetar si quería seguir viviendo, como hasta ese momento lo había hecho.
No sé si fue el destino, pero fue solo esa noche que por primera vez en mi vida, mi cabeza agarro conciencia, evolución de toda la basura de hombre que siempre había sido… Y esos sonidos emitidos por mi esposa y mi mejor amigo eran el karma en vida.
Ese del que jamás había creído y sin embargo a pesar de ver como objeto bonito a Navidad, a la cual nunca escuchaba… Note en ese momento, que era la mujer a la que más había amado.
Había dejado todo por ella…
Deje mi soltería, mi estatus de mujeriego por ella…
Y no sirvió de nada…
El día anterior le había comprado regalos como un enfermo, dispuesto a complacerle todos sus caprichos, todos mis desplantes, todo lo que soportaba de mí…
La amaba… Digo era la típica rubia exuberante, sexy, tonta, tonta…
Fue ahí que entendí que el único idiota había sido yo…
Recordé como empezando diciembre me puse adornar la casa por completo con luces, esferas y demás serpentina estúpida…
Como cuidadosamente me dio por buscar aquellos cuernos de reno con el tamaño ideal, para mi linda camioneta negra.
Los más estrafalarios esos tenía yo…
Y mientras mis recuerdos me aniquilaban, el presente me aterrorizaba con los múltiples cambios de posición de Rubén y Navidad…
Sin que se percataran en su éxtasis, que detrás de esa puerta entre abierta, me encontraba yo.
Con envidia miraba a Rubén, comportándose como un maldito gimnasta… Mientras me respondía a mí mismo, que era imposible que batallara Rubén, si siempre había tenido el cuerpo perfecto, hecho con gimnasio y demás deportes extremos.
El con su cabello rubio y ojos azules…
Parecía un dios y yo un simple mortal de buen ver, con cuerpo atlético, cabello negro, tez blanca y ojos rasgados.
Si era hermoso, pero no tanto como ese maldito nerd rubio.
Finalmente otro recuerdo pasado, calmo mi pesar…Estaba a punto de perder el control, de gritarle a la vida que se había equivocado de sujeto…
Y de pronto como salido del inframundo contestado mis quejas amargas, apareció potente el recuerdo de ella…
Su rostro aniquilando mi cabeza.
¡La chica macabra!…
¡Aquella mujer que me maldijo!
¡Aquella con la que jugué!…
Aquella que nunca me importo, aquella que insulte, aquella que le hice pasar infinidad de tormentos por simple diversión.
Serían sus maldiciones, yo no lose… La última vez que la vi, yo ya le daba igual…
Se había conseguido un tipo musculoso y parecía ser muy feliz.
Me sentí como un idiota, queriendo otra vez atraparla para jugar….
Ya no había juego, ella lo termino todo.
Entonces lo entendí… No fue ella, fue el destino…
La vida regresándome mis tonterías y yo por fin liberado de tanta maldad, que con conciencia ya no se sentía igual…
Quise hacer un escándalo, pero ni yo me lo creía…
Salí de puntitas de aquella casa…
Fue al momento de querer cerrar la puerta, que las campanas que colgaban de un adorno navideño, se cayeron y sonaron tan fuerte que hasta a mí me sorprendieron…
Grite asustado, luego me mordí la boca para ya no gritar.
En eso por la ventana, se asomó Rubén y Navidad.
Me vieron asustados…
No sabían que hacer, descaradamente me saludaron…
Sorprendidos, queriendo hacer como que no había pasado nada entre ellos…
Ella luego rectifico, me pidió perdón…
Dijo que la situación se puso difícil y no supo cómo decirme, que ya no me amaba.
Le conteste que lo que había hecho fue perfecto, tan perfecto, que ahora el conductor ya se parecía a su camioneta, luego reí…
Le dije, que Rubén era el hombre ideal… Luego di la media vuelta, dispuesto a no volver más…
Pero ella termino todo, diciendo…
Espera: ¡Feliz Navidad Katsura!….
Sonreí a medias, entonces note que todo este tiempo había compartido mi vida, junto a una mujer hermosa pero tan desconocida para mí…
Pasaron en flash back aquellos recuerdos junto a mi amada, las múltiples citas junto a ella, que nunca escuche.
Suspire y conteste: ¡Feliz Navidad mi dulce…!
Luego me carcajee y me fui…
Entre a mi camioneta con cuernos de reno, recorrí una cuadra, pare en una esquina y me solté a llorar.
Navidad había roto mis ilusiones y sin embargo me había devuelto toda la basura de este gran puto de Katsura.
Volví a suspirar y dije: ¡Ohhh mi dulce y feliz navidad!
Aquel compañero al cual envidiaba.
En la almohada de su sillón se asomaba una muñequita troll de cabello azul con morado.
No dude ni tantito y la robe…
Quería comprobar la teoría, de que una vez teniendo un troll jamás podrías deshacerte de él.
Llegue a mi casa dispuesto a derribar la teoría, haría de la vida de la troll un martirio, para que se esfumara.
Así no solo canalizaría la envidia que sentía por Eliot.
Si no que destrozaría, una estúpida creencia…
Decidí pedirle un deseo a la muñeca Troll.
Le pedí que me consiguiera a Molly.
Una compañera de la cual siempre había gustado.
El deseo se cumplió, pero era mi deber darle de comer al troll…
Y cumplir sus caprichos, de lo contrario lo pagaría.
Después de cumplido el deseo, decidí abandonar a la troll.
No me hice cargo de mi parte…
Entonces comenzó la guerra…
Aquella troll, empezó hacerme maldades, ¿y cómo no hacerlas?… Llevaba semanas sin comer…
No contento con eso, decidí cortarle su cabello a modo de venganza hacia su verdadero dueño.
Le quite su vestido y la vestí de hombre.
La tire a la basura, pero regresaba…
La troll siempre regresaba.
Solo su semblante tierno, cambiaba a uno de gran enojo.
Creí que no podría dañarme, pero note como comenzaban a darme indigestiones constantes…
Aquella muñeca había puesto laxante en mis comidas…
Además de también cortar mi cabello, con navaja a región cero, mientras yo dormía…
Asustado quise no hacerle caso a lo que se decía de los trolls…
Así que volví a vengarme de ella y le quite por un tiempo toda la parte de su cabello…
¡Esa fue mi perdición!…
Espero les agraden, sin nada ya que agregar, me despido, cuídense, ciao:D
Navidad.
Y ahí estaba a una cuadra de su casa, metido en aquel auto llorando…
Recordando como esa perra de Navidad, me había roto mis ilusiones y a la vez solo me había devuelto todo lo malo que hasta ese momento había hecho en vida.
Recordé como hace tres horas atrás llegue a nuestra casa, con mi camioneta adornada al estilo navideño, ustedes saben con esos típicos cuernos de reno adorables, los cuales se habían vuelto moda en esta época.
Y yo era el típico hombre que adoraba la Navidad, decorar mi casa, ir a posadas, a la iglesia en domingo, confesar mis pecados, sonreír, hacerme el chico bueno solo cuando llegaban esas épocas hipócritas o cuando era requerido ser diplomático.
Me case con Navidad, después de cuatro años de novios, la amaba o simplemente me había cansado de brincar de cama en cama.
Aquella chica era todo lo que había deseado en una mujer, era sumamente bonita y tonta; al menos eso era lo que yo creía.
Hasta esa noche que llegue y la cache teniendo sexo con mi mejor amigo…
No lo podía creer, era la mujer que yo amaba, era mí amada Navidad, a la que nunca escuchaba y tan solo fingía escuchar.
Era la princesa en la que me perdía en su cuerpo, resolviendo mis problemas internos…
La que me perdonaba o no tomaba importancia a mis tantas infidelidades.
Y Rubén era mi mejor amigo, un idiota del cual siempre me mofaba en el trabajo… Era un rubio nerd guapo tan noble, que era simplemente imposible no burlarse de él.
Y yo, bueno era el típico bullí, que disfrutaba siéndolo con todo el mundo…
Amaba burlarme de Rubén frente a todos, amaba engañar a Navidad y verla como objeto…
Amaba tener infinidad de amantes, amaba portarme como un patán con todas…
Gustaba de molestar gente que no conocía o compartía mi vecindario.
Me encantaba molestar a otros, mientras manejaba sintiéndome tráiler loco…
Era simplemente todo lo molesto con lo que cualquier persona se podría topar, pero fingía, fingía no serlo, fingía ser humilde, fingía estar perdidamente enamorado…
Fue mientras escuchaba gemir a Navidad en nuestra recamara, montada sobre el cretino de Rubén, que sus gritos placenteros se convirtieron en mi liberación, aunque como hombre fueran mi peor deshonra.
Llegando la época Navideña, yo mutaba, me llenaba de una hipocresía que me daban ganas de vomitarla, pero creía debía respetar si quería seguir viviendo, como hasta ese momento lo había hecho.
No sé si fue el destino, pero fue solo esa noche que por primera vez en mi vida, mi cabeza agarro conciencia, evolución de toda la basura de hombre que siempre había sido… Y esos sonidos emitidos por mi esposa y mi mejor amigo eran el karma en vida.
Ese del que jamás había creído y sin embargo a pesar de ver como objeto bonito a Navidad, a la cual nunca escuchaba… Note en ese momento, que era la mujer a la que más había amado.
Había dejado todo por ella…
Deje mi soltería, mi estatus de mujeriego por ella…
Y no sirvió de nada…
El día anterior le había comprado regalos como un enfermo, dispuesto a complacerle todos sus caprichos, todos mis desplantes, todo lo que soportaba de mí…
La amaba… Digo era la típica rubia exuberante, sexy, tonta, tonta…
Fue ahí que entendí que el único idiota había sido yo…
Recordé como empezando diciembre me puse adornar la casa por completo con luces, esferas y demás serpentina estúpida…
Como cuidadosamente me dio por buscar aquellos cuernos de reno con el tamaño ideal, para mi linda camioneta negra.
Los más estrafalarios esos tenía yo…
Y mientras mis recuerdos me aniquilaban, el presente me aterrorizaba con los múltiples cambios de posición de Rubén y Navidad…
Sin que se percataran en su éxtasis, que detrás de esa puerta entre abierta, me encontraba yo.
Con envidia miraba a Rubén, comportándose como un maldito gimnasta… Mientras me respondía a mí mismo, que era imposible que batallara Rubén, si siempre había tenido el cuerpo perfecto, hecho con gimnasio y demás deportes extremos.
El con su cabello rubio y ojos azules…
Parecía un dios y yo un simple mortal de buen ver, con cuerpo atlético, cabello negro, tez blanca y ojos rasgados.
Si era hermoso, pero no tanto como ese maldito nerd rubio.
Finalmente otro recuerdo pasado, calmo mi pesar…Estaba a punto de perder el control, de gritarle a la vida que se había equivocado de sujeto…
Y de pronto como salido del inframundo contestado mis quejas amargas, apareció potente el recuerdo de ella…
Su rostro aniquilando mi cabeza.
¡La chica macabra!…
¡Aquella mujer que me maldijo!
¡Aquella con la que jugué!…
Aquella que nunca me importo, aquella que insulte, aquella que le hice pasar infinidad de tormentos por simple diversión.
Serían sus maldiciones, yo no lose… La última vez que la vi, yo ya le daba igual…
Se había conseguido un tipo musculoso y parecía ser muy feliz.
Me sentí como un idiota, queriendo otra vez atraparla para jugar….
Ya no había juego, ella lo termino todo.
Entonces lo entendí… No fue ella, fue el destino…
La vida regresándome mis tonterías y yo por fin liberado de tanta maldad, que con conciencia ya no se sentía igual…
Quise hacer un escándalo, pero ni yo me lo creía…
Salí de puntitas de aquella casa…
Fue al momento de querer cerrar la puerta, que las campanas que colgaban de un adorno navideño, se cayeron y sonaron tan fuerte que hasta a mí me sorprendieron…
Grite asustado, luego me mordí la boca para ya no gritar.
En eso por la ventana, se asomó Rubén y Navidad.
Me vieron asustados…
No sabían que hacer, descaradamente me saludaron…
Sorprendidos, queriendo hacer como que no había pasado nada entre ellos…
Ella luego rectifico, me pidió perdón…
Dijo que la situación se puso difícil y no supo cómo decirme, que ya no me amaba.
Le conteste que lo que había hecho fue perfecto, tan perfecto, que ahora el conductor ya se parecía a su camioneta, luego reí…
Le dije, que Rubén era el hombre ideal… Luego di la media vuelta, dispuesto a no volver más…
Pero ella termino todo, diciendo…
Espera: ¡Feliz Navidad Katsura!….
Sonreí a medias, entonces note que todo este tiempo había compartido mi vida, junto a una mujer hermosa pero tan desconocida para mí…
Pasaron en flash back aquellos recuerdos junto a mi amada, las múltiples citas junto a ella, que nunca escuche.
Suspire y conteste: ¡Feliz Navidad mi dulce…!
Luego me carcajee y me fui…
Entre a mi camioneta con cuernos de reno, recorrí una cuadra, pare en una esquina y me solté a llorar.
Navidad había roto mis ilusiones y sin embargo me había devuelto toda la basura de este gran puto de Katsura.
Volví a suspirar y dije: ¡Ohhh mi dulce y feliz navidad!
FIN
La troll.
La conocí en un descuido de su dueño…Aquel compañero al cual envidiaba.
En la almohada de su sillón se asomaba una muñequita troll de cabello azul con morado.
No dude ni tantito y la robe…
Quería comprobar la teoría, de que una vez teniendo un troll jamás podrías deshacerte de él.
Llegue a mi casa dispuesto a derribar la teoría, haría de la vida de la troll un martirio, para que se esfumara.
Así no solo canalizaría la envidia que sentía por Eliot.
Si no que destrozaría, una estúpida creencia…
Decidí pedirle un deseo a la muñeca Troll.
Le pedí que me consiguiera a Molly.
Una compañera de la cual siempre había gustado.
El deseo se cumplió, pero era mi deber darle de comer al troll…
Y cumplir sus caprichos, de lo contrario lo pagaría.
Después de cumplido el deseo, decidí abandonar a la troll.
No me hice cargo de mi parte…
Entonces comenzó la guerra…
Aquella troll, empezó hacerme maldades, ¿y cómo no hacerlas?… Llevaba semanas sin comer…
No contento con eso, decidí cortarle su cabello a modo de venganza hacia su verdadero dueño.
Le quite su vestido y la vestí de hombre.
La tire a la basura, pero regresaba…
La troll siempre regresaba.
Solo su semblante tierno, cambiaba a uno de gran enojo.
Creí que no podría dañarme, pero note como comenzaban a darme indigestiones constantes…
Aquella muñeca había puesto laxante en mis comidas…
Además de también cortar mi cabello, con navaja a región cero, mientras yo dormía…
Asustado quise no hacerle caso a lo que se decía de los trolls…
Así que volví a vengarme de ella y le quite por un tiempo toda la parte de su cabello…
¡Esa fue mi perdición!…
Los siguientes días, casi me mato al bajar las escaleras, la muñequita psicópata, me puso hilo transparente y caí rodando de ellas…
Fracturándome un brazo.
Volví a tirarla a la basura, pero volvia más enojada que nunca.
A mi auto le pocho las llantas.
Daño sus frenos.
Todo por suerte pude arreglarlo, antes de que me aniquilara.
Entonces comprobé, que todo lo que se decía de esos engendros era cierto.
Fue ahí que decidí vengarme de otra manera, le di de comer…
Y decidí portarme tan amablemente que hasta un libro le leí.
Nos hicimos amigos.
Para al siguiente día volver a colmar a la troll, aventándola al olvido….
Pasada la semana cuando sabía que se vengaría de mi…
Volvía por ella y no le daba tiempo, le daba de comer amablemente y le ponía su cabello de colores…
La hipnotizaba, jugaba con su mente…
Le hacía tantas maldades con tal de comprobar mi teoría.
Por la noches y mientras dormía, me daba por quitarle su brillantito azul del ombligo.
Entonces desataba otra guerra…
La guerra se hizo diaria.
Aquella troll de cabello azul-morado, decidió prender fuego a toda mi ropa, a mis libros, a mis obras de arte…
Apunto de arder mi casa en fuego, pude disiparlo con el extinguidor…
La mire a sus ojos macabros, mientras la jalaba del cabello…
Ella no se quejaba, estaba inmóvil….
Le dije que ganaría la guerra…
Su mirada enojada me decía, que ella a un no se rendiría… Y así fue, me quito a Molly.
Sin más, aquel deseo cumplido lo elimino.
Regrese a casa triste, dispuesto hacerla pagar…
No volví a darle de comer…
Y la puse junto a mi payaso, el cual emitía una canción molesta a cierto tiempo…Esperando que la trastornara, haciéndola pagar.
Jamás le devolví el brillante azul de su ombligo.
Después de dos semanas, por fin mi deseo se cumplió…
Desperté me mire al espejo y note otra maldad, su última maldad…
La troll me pinto el cabello gris con rojo…
Y me pinto en el espejo con un pinta labios… ¡Has ganado la guerra, sin embargo te dejo un último recuerdo!….
Era mi cabello, luego reí; pensé estúpidamente que estaría en el estante donde siempre la dejaba.
Pero ya no estaba…
Se había ido…
Pasaron dos, tres semanas…
Paso un mes, paso un año…
Pero ella nunca volvió…
La nostalgia me aniquilaba, pues recordé que la había robado y que los troll, solo dejaban a su dueño, si otro le caía bien…
Entonces supe, que después de todo yo nunca la había robado, pero si me di a la tarea de estropearlo todo.
Recordé como con su magia y amistad muchas veces me defendió de otros…
Sin embargo, ya era tarde…
Solo me quede con su brillante…
Dicen por ahí que volvió con Eliot.
El la reencontró y ahora vive muy feliz…
Y ahí me dejo la realidad tirana, la amistad por conveniencia, la amistad por prestigio, el cabello gris-rojo como el de otro Troll y el amor a medias…
Y ella regreso a los brazos de su mundo feliz de troll, que están tan lejos de lo perfecto con sabor a máscaras.
Fracturándome un brazo.
Volví a tirarla a la basura, pero volvia más enojada que nunca.
A mi auto le pocho las llantas.
Daño sus frenos.
Todo por suerte pude arreglarlo, antes de que me aniquilara.
Entonces comprobé, que todo lo que se decía de esos engendros era cierto.
Fue ahí que decidí vengarme de otra manera, le di de comer…
Y decidí portarme tan amablemente que hasta un libro le leí.
Nos hicimos amigos.
Para al siguiente día volver a colmar a la troll, aventándola al olvido….
Pasada la semana cuando sabía que se vengaría de mi…
Volvía por ella y no le daba tiempo, le daba de comer amablemente y le ponía su cabello de colores…
La hipnotizaba, jugaba con su mente…
Le hacía tantas maldades con tal de comprobar mi teoría.
Por la noches y mientras dormía, me daba por quitarle su brillantito azul del ombligo.
Entonces desataba otra guerra…
La guerra se hizo diaria.
Aquella troll de cabello azul-morado, decidió prender fuego a toda mi ropa, a mis libros, a mis obras de arte…
Apunto de arder mi casa en fuego, pude disiparlo con el extinguidor…
La mire a sus ojos macabros, mientras la jalaba del cabello…
Ella no se quejaba, estaba inmóvil….
Le dije que ganaría la guerra…
Su mirada enojada me decía, que ella a un no se rendiría… Y así fue, me quito a Molly.
Sin más, aquel deseo cumplido lo elimino.
Regrese a casa triste, dispuesto hacerla pagar…
No volví a darle de comer…
Y la puse junto a mi payaso, el cual emitía una canción molesta a cierto tiempo…Esperando que la trastornara, haciéndola pagar.
Jamás le devolví el brillante azul de su ombligo.
Después de dos semanas, por fin mi deseo se cumplió…
Desperté me mire al espejo y note otra maldad, su última maldad…
La troll me pinto el cabello gris con rojo…
Y me pinto en el espejo con un pinta labios… ¡Has ganado la guerra, sin embargo te dejo un último recuerdo!….
Era mi cabello, luego reí; pensé estúpidamente que estaría en el estante donde siempre la dejaba.
Pero ya no estaba…
Se había ido…
Pasaron dos, tres semanas…
Paso un mes, paso un año…
Pero ella nunca volvió…
La nostalgia me aniquilaba, pues recordé que la había robado y que los troll, solo dejaban a su dueño, si otro le caía bien…
Entonces supe, que después de todo yo nunca la había robado, pero si me di a la tarea de estropearlo todo.
Recordé como con su magia y amistad muchas veces me defendió de otros…
Sin embargo, ya era tarde…
Solo me quede con su brillante…
Dicen por ahí que volvió con Eliot.
El la reencontró y ahora vive muy feliz…
Y ahí me dejo la realidad tirana, la amistad por conveniencia, la amistad por prestigio, el cabello gris-rojo como el de otro Troll y el amor a medias…
Y ella regreso a los brazos de su mundo feliz de troll, que están tan lejos de lo perfecto con sabor a máscaras.
FIN
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