Navidad.
Y ahí estaba a una
cuadra de su casa, metido en aquel auto llorando…
Recordando como esa perra de Navidad, me había roto mis ilusiones y a la vez
solo me había devuelto todo lo malo que hasta ese momento había hecho en vida.
Recordé como hace tres horas atrás llegue a nuestra casa, con mi camioneta
adornada al estilo navideño, ustedes saben con esos típicos cuernos de reno
adorables, los cuales se habían vuelto moda en esta época.
Y yo era el típico hombre que adoraba la Navidad, decorar mi casa, ir a
posadas, a la iglesia en domingo, confesar mis pecados, sonreír, hacerme el
chico bueno solo cuando llegaban esas épocas hipócritas o cuando era requerido
ser diplomático.
Me case con Navidad, después de cuatro años de novios, la amaba o simplemente
me había cansado de brincar de cama en cama.
Aquella chica era todo lo que había deseado en una mujer, era sumamente bonita
y tonta; al menos eso era lo que yo creía.
Hasta esa noche que llegue y la cache teniendo sexo con mi mejor amigo…
No lo podía creer, era la mujer que yo amaba, era mí amada Navidad, a la que
nunca escuchaba y tan solo fingía escuchar.
Era la princesa en la que me perdía en su cuerpo, resolviendo mis problemas
internos…
La que me perdonaba o no tomaba importancia a mis tantas infidelidades.
Y Rubén era mi mejor amigo, un idiota del cual siempre me mofaba en el trabajo…
Era un rubio nerd guapo tan noble, que era simplemente imposible no burlarse de
él.
Y yo, bueno era el típico bullí, que disfrutaba siéndolo con todo el mundo…
Amaba burlarme de Rubén frente a todos, amaba engañar a Navidad y verla como
objeto…
Amaba tener infinidad de amantes, amaba portarme como un patán con todas…
Gustaba de molestar gente que no conocía o compartía mi vecindario.
Me encantaba molestar a otros, mientras manejaba sintiéndome tráiler loco…
Era simplemente todo lo molesto con lo que cualquier persona se podría topar,
pero fingía, fingía no serlo, fingía ser humilde, fingía estar perdidamente enamorado…
Fue mientras escuchaba gemir a Navidad en nuestra recamara, montada sobre el
cretino de Rubén, que sus gritos placenteros se convirtieron en mi liberación,
aunque como hombre fueran mi peor deshonra.
Llegando la época Navideña, yo mutaba, me llenaba de una hipocresía que me
daban ganas de vomitarla, pero creía debía respetar si quería seguir viviendo,
como hasta ese momento lo había hecho.
No sé si fue el destino, pero fue solo esa noche que por primera vez en mi
vida, mi cabeza agarro conciencia, evolución de toda la basura de hombre que
siempre había sido… Y esos sonidos emitidos por mi esposa y mi mejor amigo eran
el karma en vida.
Ese del que jamás había creído y sin embargo a pesar de ver como objeto bonito
a Navidad, a la cual nunca escuchaba… Note en ese momento, que era la mujer a
la que más había amado.
Había dejado todo por ella…
Deje mi soltería, mi estatus de mujeriego por ella…
Y no sirvió de nada…
El día anterior le había comprado regalos como un enfermo, dispuesto a
complacerle todos sus caprichos, todos mis desplantes, todo lo que soportaba de
mí…
La amaba… Digo era la típica rubia exuberante, sexy, tonta, tonta…
Fue ahí que entendí que el único idiota había sido yo…
Recordé como empezando diciembre me puse adornar la casa por completo con
luces, esferas y demás serpentina estúpida…
Como cuidadosamente me dio por buscar aquellos cuernos de reno con el tamaño
ideal, para mi linda camioneta negra.
Los más estrafalarios esos tenía yo…
Y mientras mis recuerdos me aniquilaban, el presente me aterrorizaba con los
múltiples cambios de posición de Rubén y Navidad…
Sin que se percataran en su éxtasis, que detrás de esa puerta entre abierta, me
encontraba yo.
Con envidia miraba a Rubén, comportándose como un maldito gimnasta… Mientras me
respondía a mí mismo, que era imposible que batallara Rubén, si siempre había
tenido el cuerpo perfecto, hecho con gimnasio y demás deportes extremos.
El con su cabello rubio y ojos azules…
Parecía un dios y yo un simple mortal de buen ver, con cuerpo atlético, cabello
negro, tez blanca y ojos rasgados.
Si era hermoso, pero no tanto como ese maldito nerd rubio.
Finalmente otro recuerdo pasado, calmo mi pesar…Estaba a punto de perder el
control, de gritarle a la vida que se había equivocado de sujeto…
Y de pronto como salido del inframundo contestado mis quejas amargas, apareció
potente el recuerdo de ella…
Su rostro aniquilando mi cabeza.
¡La chica macabra!…
¡Aquella mujer que me maldijo!
¡Aquella con la que jugué!…
Aquella que nunca me importo, aquella que insulte, aquella que le hice pasar
infinidad de tormentos por simple diversión.
Serían sus maldiciones, yo no lose… La última vez que la vi, yo ya le daba
igual…
Se había conseguido un tipo musculoso y parecía ser muy feliz.
Me sentí como un idiota, queriendo otra vez atraparla para jugar…
Ya no había juego, ella lo termino todo.
Entonces lo entendí… No fue ella, fue el destino…
La vida regresándome mis tonterías y yo por fin liberado de tanta maldad, que
con conciencia ya no se sentía igual…
Quise hacer un escándalo, pero ni yo me lo creía…
Salí de puntitas de aquella casa…
Fue al momento de querer cerrar la puerta, que las campanas que colgaban de un
adorno navideño, se cayeron y sonaron tan fuerte que hasta a mí me
sorprendieron…
Grite asustado, luego me mordí la boca para ya no gritar.
En eso por la ventana, se asomó Rubén y Navidad.
Me vieron asustados…
No sabían que hacer, descaradamente me saludaron…
Sorprendidos, queriendo hacer como que no había pasado nada entre ellos…
Ella luego rectifico, me pidió perdón…
Dijo que la situación se puso difícil y no supo cómo decirme, que ya no me
amaba.
Le conteste que lo que había hecho fue perfecto, tan perfecto, que ahora el
conductor ya se parecía a su camioneta, luego reí…
Le dije, que Rubén era el hombre ideal… Luego di la media vuelta, dispuesto a
no volver más…
Pero ella termino todo, diciendo…
Espera: ¡Feliz Navidad Katsura!….
Sonreí a medias, entonces note que todo este tiempo había compartido mi vida,
junto a una mujer hermosa pero tan desconocida para mí…
Pasaron en flash back aquellos recuerdos junto a mi amada, las múltiples citas
junto a ella, que nunca escuche.
Suspire y conteste: ¡Feliz Navidad mi dulce…!
Luego me carcajee y me fui…
Entre a mi camioneta con cuernos de reno, recorrí una cuadra, pare en una
esquina y me solté a llorar.
Navidad había roto mis ilusiones y sin embargo me había devuelto toda la basura
de este gran puto de Katsura.
Volví a suspirar y dije: ¡Ohhh mi dulce y feliz navidad!
FIN
Historia
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