lunes, 6 de agosto de 2018

Fumada de Locura: Isabel (la historia a los ojos del hombre).

Esta es la historia que escribí hace tiempo y que tontamente borre, pensando que no pasaría nada en hacerlo, igual el cinismo lo copian publicándolas o no, tiene algunas modificaciones muy pequeñas, por que la borre y no la había respaldado, entonces trate de hacerla lo mas parecido posible a la primera historia que hice, solo que no siempre se puede.

Espero que les guste, cuídense, ciao:D



Isabel (la historia a los ojos del hombre).




La conocí como maestra para escuela de adultos, ella era seria y recatada…

Y yo era el típico motociclista rockero, rebelde y guapo que no había terminado sus estudios…

Al ver sus grandes y oscuros ojos, me enamore… Pero ella no me hacía caso, trate de conquistarla, de demostrarle mi amor con presentes, llevándole chocolates de diferentes estilos todos los días.

Fue hasta el último día del ciclo escolar, cuando sabía que ya jamás volvería a verme, que por fin Isabel me hizo caso, luego de que yo me le declarara ya sin miedos.

Sin pensarlo, ella me beso apasionadamente y fue tanta mi emoción que en un acto impulsivo termine proponiéndole matrimonio.

Esta me analizo de pies a cabeza como bicho raro y luego de unos minutos acepto.

Terminamos casándonos en la Vegas, y la lleve de luna de miel a un hotel excéntrico, con una cama de agua en forma de corazón un tanto ridícula, llena de pétalos de rosas y velas perfumadas alrededor.

Ella se sorprendió pues jamás había visto semejantes excentricismos, pero era un motociclista rebelde y pensé que los actos cursis por ser mujer, le agradarían.

Isabel no se inmuto, y disfrutamos de una agradable noche de amor…

Mientras pensaba que aquella maestra seria y recata había sido cambiada, pues ni siquiera los regaños que nos ponía a todos los alumnos si faltábamos alguna tarea, los demostró aquel día al ver semejante habitación.

Pense que tal vez sentía el mismo inmenso amor que yo sentí hacia a ella desde el momento en que la conocí.

Fue al siguiente día en aquel hotel que algo cambio… Isabel agarro mi mano mientras dormía, la acaricio y luego apretó y me dijo: ¡Ey, ey, vez esta mano delgada cariño, necesita un anillo, un anillo caro y hermoso!

¡Si pensabas que me iba conformar con solo el papelito firmado, estas equivocado!

Luego se levantó y se bañó, supe entonces que aquella mujer seria mi ruina.

Salió y dijo que necesitaba conseguirme otro o más trabajos para que pudiera sostener la próxima casa que compraría para ella.

Y así sin más aquella maestra que amaba y que parecía ser muy seria y formal, había cambiado.

Salimos de aquel hotel y mientras manejaba con mi auto viejo otra vez a nuestro hogar en México, sentí un miedo escalofriante.

Pero la amaba y aguante todo con tal de seguir teniendo aquella mujer que me había echo perder la cabeza.

Al llegar a casa, rápidamente me di a la tarea de deshacerme de mi apartamento de soltero, conseguimos la casa que deseaba, su anillo de boda como a ella le agradaba y los muebles para poder instalarnos en lo que ella quería como hogar.

Pensé que esta me ayudaría, pero paso una semana y ella abandono su trabajo y me miro a los ojos y dijo que desde ahora yo era el único que iba trabajar, ya que era una mujer casada y esa era mi labor como hombre.

Y que ella se dedicaría a trabajar solo en lo que amaba hacer y había omitido, por no ser una mujer casada…

No la entendí, con el pasar de los días comenzó a elaborar pinturas o estatuas extrañas que solo a la gente misteriosa como ella le agradaban.

Piezas que después de largo tiempo vendía, yo no deseaba romperle el corazón, hacerle saber que su trabajo actual que tanto amaba no servía para pagar la casa y me calle.

Para esto, ese no resulto ser el único problema de Isabel y es que esta nunca cocinaba…

Fue en la cama mientras hacíamos el amor, cuando ella estaba encina de mí, que comenzó ahorcarme fuertemente y me dijo: ¡Los hombres modernos cocinan, las mujeres no!

Y luego lo repitió, después me ahorco lentamente y suave, y comenzó a besarme, sin querer su amor con dolor pasional se me fue clavando en mi cabeza y cedi a su frase.

Pero a un seguía siendo un hombre macho rebelde dentro de mí y cedi a cocinar a mis formas, es decir solo pedíamos comida para comer en casa y la pagaba, mientras veía devorar en un instante toda esa comida deliciosa en boca de Isabel.

Ahí me sentí como Caperucita Roja, viendo a su feroz lobo, pero en versión mujer que pronto lo devoraría.

La volví a mirar y supe entonces que lo de tener más trabajos, iba ser mi verdad desde aquel instante, o bien, que aquella mujer quería hacerme perder los estribos, que deseaba que nos divorciáramos tan fácilmente como le propuse matrimonio y fue por aquella idea y por amor, que no cedi.

Pasé a tener tres trabajos uno en la mañana en computación, ahí mismo llevaba comida o lonches y por las tardes dediqué mi vida hacer cualquier trabajo eléctrico, mecánico o de lo que cayera.

Isabel era una mujer de gustos caros y muy tragona, y no tuve otra opción que hacer cada trabajo vergonzoso para poder tenerla contenta…

Yo no deseaba que me dejara.

Todo iba bien mientras yo cumpliera con sus caprichos, porque cuando no lo hacía entonces hacia drama y se enojaba encerrándose en su cuarto, dejándome de hablar.

Después de acostumbrarme a los trabajos y tenerle todo lo que ella deseaba… Me entere de otra verdad, que Isabel me había escondido.

Fue muy temprano en la mañana, cuando al día anterior olvide dejarle comida, después de una extenuante jornada de trabajo…

Que me levante y al bajar, observe a un hombre rubio, alto y guapo hablando con ella en la sala.

Esta se quejaba amargamente de mí, creyéndome dormido, decía que de ratos lo extrañaba, pues David (ósea yo), nunca cocinaría como lo hacía el y que a la vez no lo extrañaba por que David le recordaba a él, al siempre ser un hombre adicto al trabajo.

Aquella mañana algo en mi corazón se rompió y como buen hombre rebelde y macho decidí que era hora de vengarme de aquella mujer, baje de sorpresa y pregunte por el hombre.

Aquel hombre guapo y rubio, me recorto de pies a cabeza como si fuera cualquier cosa y se presentó:

-Hola, soy el ex esposo de Isabel, así que tú eres David, luego sonrió y me saludo, lo que no noto Isabel es que su esposo casi me rompe la mano al saludarme, mientras todo lo camuflajeaba con esa sonrisa hipócrita.

Él era tan hermoso y perfecto, que mi venganza se disolvió y me entraron unos enormes celos hacia él, este comenzó hablar de sus viajes, de sus bienes, de su conocimiento, de su dinero, de su comida.

Que yo casi vomitaba, ella lo miraba magnéticamente como si aún lo amara.

Fue después de tres horas hablando que el maldito al fin se largó.

Cuando se fue le pregunte a Isabel, ¿Por qué que no me había dicho que ya antes había estado casada? ¿Y por qué había dejado a un hombre tan perfecto?...

Ella me contesto que este se la pasaba en su trabajo y no le ponía la atención que ella necesitaba, además de que un día le ocurrió una experiencia traumática, porque este no estuvo para salvarla y desde ahí no pudo perdonarlo.

Quede un poco tranquilo, hasta que al día siguiente justo cuando me iba ir a trabajar, me halle con que León, estaba otra vez en casa…

Con el pasar de los días nuestra relación parecía más de tres que de dos, ese zoquete siempre estaba ahí y en las tardes se iba, tardes que yo también decidí irme para ir a golpear a ese maldito.

Las peleas entre él y yo, duraban horas, nos agarrábamos a golpes hasta casi matarnos, pero el rubio siempre me ganaba.

Y llegaba golpeado a los otros trabajos, después de salir compraba maquillaje de tatuajes para ocultarlo y en la casa mientras estaba ella… Él y yo fingíamos amistad.

Este comenzó a comprarle regalos caros a Isabel y yo tuve que optar por conseguirme un tercer trabajo muy vergonzoso para tener contenta a esa vaquetona de gustos caros, que tragaba a montones y no ayudaba mucho.

Pero eso ella nunca lo vio.

Y me hice stripper y mientras bailaba por las noches para esas mujeres hambrientas de sexo y de mi escuálido trasero.

Me comencé a llenar de dinero… Mi tanguita o hilo dental se llenaban a borbotones, y así comencé a ganarle a León, aunque sea un poco, además de armarme de valor y correrlo de la casa cada vez que lo veía ahí.

Lo que no esperaba, es que León quien nunca había superado a Isabel, se obsesionara tanto conmigo y empezara hacerme innumerables maldades, ya no solo se tranquilizaba golpeándome y ganándome, ahora empezó a competir conmigo en el mismo bar y al igual que yo se hizo stripper, todo por el placer de ganarme y verme arruinado.

Los dos hacíamos shows tan vergonzosos y placenteros para aquellas mujeres eufóricas, que los bolsillos de la tanga de ese maldito rubio también se comenzaban a llenar de dinero.

Mucho más que los míos… Dinero que debía ser para Isabel y el cual León no necesitaba, pero solo quería demostrarme a mí y a el mismo que el era mucho mejor, que Isabel se había equivocado al dejarlo.

Sin querer mi odio hacia él, se convirtió en odio hacia ella, por que no veía lo que realmente estaba pasando y comencé a vengarme a romperle sus pinturas, sus obras de arte que yo no entendía.

Esta se enojaba y me dejaba de hablar, o terminábamos en peleas épicas donde me aventaba jarrones, sartenes y todo.

Y luego se encerraba en su habitación.

En realidad, lo que me enfadaba era el saber que seguía hablándose con su ex marido, de situaciones de nuestro matrimonio, de mí que no le agradaban, dejándome como un imbécil frente a ese maldito hombre que lo tenía todo.

Y que aparte en secreto, mientras me iba a mi primer trabajo, siguiera dejando que este fuera a la casa.

No sabía, si lo hacía adrede, si talvez cuando no estaba, se les ocurría recordar su antigua pasión.

Y la imaginaba ahorcándolo, arriba de él y haciéndolo el amor, mientras le decía: ¡Los verdaderos hombres modernos cocinan, las mujeres no!

Enojada al siguiente día se iba en el único auto que teníamos y me mandaba caminando a mi trabajo, en el frio invierno, luego de haber roto todas sus obras, de llegar oliendo a cigarro por las noches.

Ella se gastaba todo mi cheque en cuanta cosa se le antojara.

Y regresaba a vengarme, tomándole pasión a mi trabajo de stripper y a esas mujeres deseosas de amor.

Amor que les calmaba bailándoles, semidesnudo, acercándome a ellas…

Y ahí estaba León, observándome como un buen enemigo, dispuesto a destrozar a su presa.

Para volver a golpearnos saliendo del bar, nos golpeamos tanto tiempo, hasta que nos cansábamos…

Luego de llegar ya muy tarde por las noches, oliendo a tabaco y a perfume de mujer, Isabel pensó que le estaba siendo infiel, fue ahí que tuve que confesarle que realmente no la engañaba con nadie, que solo era stripper, pero que, si lo era, era por su culpa.

Por ser una tragona, vaquetona, de gustos caros que no hacía nada, que necesitaba hacer eso para poder lograr el modo de vida que llevábamos.

Que sus obras de arte eran una porquería, para personas igual de raras que ella, que vivían en las nubes, pues sus ingresos no ayudaban para nada.

Además de negarle una pizza antes de toda esa discusión, porque, por si fuera poco, esa mujer no me hablaba ya, llegaba noche y le importaba un comino.

Le destrozaba más de sus obras y no le importaba, ya mi ansia por molestarla no le importaba.

Dormíamos separados, ella en la recamara, yo en el sillón y me dolía hasta el alma, pero ella decía que los hombres éramos de hule como los niños de pequeños y que no sentíamos nada.

Después de aquellas palabras me miro con una mirada distinta y repitió quiero una pizza y no cedi, no se la compre, porque sabía que nada de lo que había dicho antes le había importado.

Se voltio y se fue calmadamente a su recamara cerró la puerta y se puso a llorar…

Nunca había llorado, en todo el tiempo que la conocí, o al menos nunca me dejo que la escuchara llorar.

Después de aquella noche todo cambio.

Pasaron dos meses y decidí modificar mi conducta, complacerla, no pelear, tenerle toda la comida que le agradaba.

Solo que comencé a notar que ya casi no estaba en casa y que mi comida, ni, aunque hubiera pizza se la acababa.

Seguí yendo a mis tres trabajos, por las noches como stripper ya hastiado de la misma música, de las mismas mujeres eufóricas y sedientas, del dinero en mi trasero.

De que ya nadie me tocara.

Y León estaba igual de fastidiado o eso creía… Al terminar el show íbamos a iniciar una discusión de la nada como de costumbre para terminar golpeándonos, pero este se veía deprimido.

Yo quise iniciarla a pesar de mi enorme cansancio y este no quiso, me dijo que no tenía sentido, pues Isabel ya tenía otro, y que no era ni yo, ni el…

Quedé impactado… No le creí, le dije que había hecho todo lo que le agradaba, que tenía su refrigerador lleno, que ya me portaba bien y no desquitaba mi rabia hacia el en ella, que no era cierto lo que decía y solo me quería meter ideas para ganarme terreno.

Iba a empezar a golpearlo, cuando me miro a los ojos, me puso las manos en los hombros y me dijo: ¡La conozco, ya no me habla en las mañanas para contarme de tu mal comportamiento, para decir que extraña mi comida, para platicar de cualquier tontería!

Y si no me crees ve y búscala en la casa, ella no va estar porque esta con el otro.

Le pregunte por primera vez ¿que por que se habían dejado, si se llevaba mejor que conmigo? y entonces me contó la historia, dijo que la dejaba mucho tiempo sola por su trabajo y que en una de esas un hombre la asalto y violo.

Y nunca pudo perdonarlo.

En el fondo sé que nunca lo hará, pero me conformaba al menos con su amistad, cosa que parece ya estar perdida por tu culpa.

Ella no soporta los errores en un hombre.

Me burle en su cara, me negué a creerle y le dije que era una basura por haberla dejado, que yo no lo haría, que ella estaría ahí porque yo había cambiado.

Y corrí a casa, pero no estaba, no llego en toda la noche, ni al siguiente…

Me dedique a buscarla… Y al no encontrarla, llamé a su ex esposo para que me ayudara, juntos nos unimos, hasta que la encontré…

Estaba en un buffet de pizza muy prestigioso la muy desgraciada con un hombre de cabello castaño claro y ojos color hazel, muy guapo, era el chef de aquel restaurant.

Enojado entre golpie al chef… León me ayudo, lo golpeamos entre los dos… De pronto Isabel nos tomó desprevenidos de las orejas enojada y nos separó, luego me agarro del cuello de la camisa y me dijo…

¿Quieres saber por qué te engañe? ¿Quieres saber por qué no regrese a casa ayer, ni antier y porque nunca volveré?

-Tu pedazo de zoquete, eres una mierda, todo el matrimonio te la pasaste haciéndome sentir mal y nunca te importo.

Rompías mis obras, no querías que trabajara en lo que me agradaba, pensabas que te engañaba con León cuando ya te había dicho porque lo había dejado.

Te la pasabas en el trabajo y me creíste tan idiota, que pensaste que no sabía que te habías convertido en un stripper y comenzaste a frotarle tus partes a tus admiradoras, eres un deplorable.

Decías que era por dinero y un tiempo yo lo pensé, pero era porque eres un viejo cabron, que le gusta hacerse el mártir y hacer sentir mal a su mujer, ¡maldito misógino!

No me importaba tu trabajo, no me importaba ni la comida excesiva, solo quería tu amor y si comía era porque ya no estabas… Luego de unos segundos, se rio después de esa frase.

Me soltó, se voltio hacia León con mirada inquisidora… Y este se agacho hacia sus piernas y comenzó abrazarlas…

A rogarle: ¡no me dejes por otro!… ¡No otra vez!

Le dijo que era una basura, que tampoco estuvo en su matrimonio, que se la pasaba en sus malditos viajes, en su trabajo, en su dinero y que solo había regresado hacerle otra vez la vida miserable, que la extrañaba y apreciaba solo cuando estaba con otro y todavía se ponía a competir con el imbécil de David, que juntos daban espectáculos de putas patéticos.

Mientras exhibían sus partes… Eso es no tener madre, aparte que nunca te perdonare aquel acontecimiento, ¡ya entiéndelo!... Luego lo pateo enojada, se regresó hacia mí, me dijo quiero el divorcio y me pegó un puñetazo.

Ya tranquila, se fue con el chef quien estaba desconcertado, ahí llevaban una maleta, iban a irse a vivir juntos…

Se fue de aquel restaurant y nos dejó desolados, a León y a mí.

Ese día se rompió mi alma y entendí que a veces uno da tanto a su amor y esta nunca lo vera…

¡Solo vera a un pobre stripper restregando sus partes!

León se quitó las lágrimas de los ojos y decidió que iría a recuperarla, me dijo que si lo acompañaría, pero me negué.

Mi corazón estaba destrozado…

Le dije que ya no iba volver, me contesto que conmigo talvez no, pero que con el siempre volvía y se fue corriendo.

Isabel me dejo el corazón destrozado y muchas deudas…

Luego de dos años me entere por su ex esposo que ya era mi amigo, que termino con el chef.

Pensamos que con algunos de los dos volvería, pero nunca regreso.

La vida era difícil para una mujer que no se deja como Isabel.

FIN 


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