sábado, 21 de marzo de 2015

Fumada de Locura: Num. 13.

Hola, esta vez les traigo una de mis usuales historias malas o fumadas… Llego a mi luego de ver la película de Chappie, que la película me encanto, pero su final no me agrado, a un así la recomiendo.

Aunque la historia que cree no tenga nada que ver con su historia, más que en la cuestión de robots. Espero les agrade, cuídense, ciao:D


Num. 13.

En una era en que humanos convivían con robots… Llegaron a sustituirse los amores entre humanos por el de las maquinas.

Formando parejas extrañas y muy comunes en aquel mundo…

Humanos y maquinas convivían sin discriminación, ni rangos de poder… Los androides habían avanzado tanto que era difícil diferenciarlos de la clase mortal.

Su capacidad intelectual y espiritual había avanzado de un modo impresionante…
Las maquinas podían sentir amor por otros humanos.

Pero había un defecto…

No podían otorgar placer, aun teniendo toda la capacidad… Y haber igualado sus órganos sexuales con todo lo necesario que requería el humano para satisfacerse; siempre terminaban fallando.

Aquellos androides veían la vida de una forma diferente…

Podían sentir el amor más puro…

Pero no comprendían el aspecto sexual…

Aunque estuviera codificado en sus chips, aunque su cuerpo estuviera diseñado…

Sus relaciones sexuales en épocas pasadas cuando a un no conseguían su igualdad con el humano, consistían en prácticas autómatas, fabricadas a semejanza y satisfacción de aquellos que los crearon…

Pero que no las sentían, ni las entendían…

Llegando su libertad… Y ya estando al mismo rango…

Muchos humanos dejaron de relacionarse con ellos…

Su inteligencia era escalofriante…

La perfección en aquel mundo había llegado a un grado sorprendente…

Pero el humano no había evolucionado, toda su inteligencia se había superado por aquellos a quienes crearon…Ellos parecían haberse atascado en una involución sin descanso…

En una destrucción a sí mismos…

Las parejas humanas cada vez más separadas…

El amor no cabía, solo se fingía…

Hombres engañando a sus mujeres…

Mujeres engañando a sus maridos…

Hijos abandonados…

Decadencia en la sociedad…

Deseos de destruir su habitad contaminando.

Sexualidades confusas…


Eran poco los humanos heterosexuales.

Y el aspecto animal parecía hacerse más monstruoso y avanzado…

Ya no sabiendo si realmente era parte animal o creada en un laboratorio de malditas serpientes estirpe.

Los robots eran los únicos que ponían paz en el planeta Num. 13.

Los humanos que a un no se perdían en la involución, no comprendían lo que estaba pasando…

No comprendían como algo diseñado por ellos, los hubiera superado.

Y tampoco comprendían como las generaciones humanas actuales eran tan frías, trogloditas y decadentes.

Los niños humanos se llenaban de una especie de pelusa verdosa en su espalda y boca, que los delataba.

La educación y los valores que recibían, parecían no procesarlo…

Lo único que deseaban era destruir.

Evidenciando su fallida humanidad…

Era el fin de la humanidad por ella misma…

Ni las maquinas podrían controlar el exterminio.

Pero también era el fin de las maquinas pues su amor puro hacia al humano, terminaba debilitándolos.

Se decidió aislar a los humanos decadentes, en otro mundo…

Donde morirían entre ellos.

Y la especie humana que evolucionaba decidió relacionarse con las maquinas…

Logrando parejas sacadas de una ficción... Los androides podían sentir amistad por otros iguales a ellos, pero no amor.

Sin embargo sentían atracción devota hacia sus creadores…

Las mujeres y hombres podían tener a su hombre o mujer perfecta…

En manos de aquellas maquinas obtenían un amor puro, para quedar destrozadas/dos al comprender que sexualmente ahí no tendrían nada.

La igualdad llego a un grado aterrador, que no podían forzar a las maquinas.

Entonces las mujeres quedaron como antes…

Con máquinas igual de inservibles, que sus parejas humanas de sexualidades confusas…

Pero encontraron el amor ese que fingieron en otros ayeres y realmente no conocían.

Mientras sonreían a medias…

Disimuladamente otra raza observándolos se reía…

Pues ni el planeta número 13, se salvaba de las ironías del amargo sabor con vida.


FIN.





Historia creación de Cecy Gutiérrez, todos los derechos reservados.

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