sábado, 30 de mayo de 2015

Fumada de locura: El puente del Silencio.


Hola, el día de hoy les traigo una historia loca de esas que tanto me gusta hacer, con un poco de estilo gótico u oscuro….

Esta vez no es una “Conspiranoia”, que es la recopilación de historias con secuencia que quería hacer para formar un ebook. Esta vez,  fue un arranque de esos que me dan por crear historias de repente, poniéndoles de nombre “Fumadas de locura”.

Perdura un poco la violencia y si, sé que me queje en la pasada entrada de ella, pero esta es más bien metafórica o necesaria para darle ese toque gótico. Sin ya nada que agregar, se las comparto, esperando les agrade, cuídense, ciao:D




El puente del Silencio.

Lo tengo en la cajuela de mi auto…

Totalmente podrido, en descomposición…

Y nadie lo noto…

Voy a deshacerme de él, en aquel puente que da al rió…

Justo ahí lo aventare…

Ahora que todos duermen, que nadie lo nota, ese cadáver en mi maleta hecho trocitos, se ira lejos de mi…

Lo deje olvidado, me rehusaba a deshacerme de el… Me enamore de su compañía, luego me molestaba tanto, que ya no sentía ni cariño….

Ahí disecado en un refrigerador pequeño lo tuve por un tiempo, hasta que después ya ni cuidado tenía en conservarlo y lo saque al sótano, al lugar más apartado ahí lo retuve, ahí de ratos nostálgicos cada vez más esporádicos, volvía asomarme, a charlar con el muerto, a echarle un vistazo…

A ese pobre cadáver víctima de mi cruel asesinato, de mis impulsos de coleccionista loco, de egolatría absurda, deseoso de poseer sin importarme otorgarles amor real.

Era una pestilencia increíble, su hedor insoportable me alejaba más de él, tenía que cubrirme muy bien para volver aguantar su fetidez humana cada vez más en descomposición…

Un tiempo sentía que aquel cadáver salía junto a mí, como queriendo encontrarme, como queriendo salvar nuestro último vinculo…

Ya casi nulo… Y regresaba con un cubre bocas, aguantándome la respiración a verle y a darle un vistazo, unas palabras tan amenas que hasta a mí me daban lastima, de que ya no salían de mi boca con tanto entusiasmo….

Ya nada era como ayer…. ¡Y nunca volvería hacer!….

Ahí, regresaba el raciocinio, la lucidez y lo entendí, a mí no me importaba ya ese cadáver….

Era asqueroso retenerlo, con tanta descomposición, otros comenzarían talvez a notarlo y yo sería encarcelado….

¡Y no, nada es para tanto!… Como para correr ese riesgo por tan poco, por disparates, por apegamientos sin importancia, que ya eran mínimos o nulos…

¡Que ya no eran nada!…

Estaba muerto, totalmente muerto, yo lo mate, lo asesine porque me molestaba…

Porque nunca fue como deseaba…

Encolerizado…

Tome un hacha y triture su carne poco a poco, al son de un Claro de Luna de Beethoven… Terminada la melodía…. Lo metí a una maleta y salí de prisa a mi auto, abrí la cajuela y ahí lo aventé…

Cerré, me metí al auto y acelere…

Dispuesto a llegar al puente del Silencio…

Ahí sin que nadie lo notara…

A las 2: 12 de la mañana… Lo tire al rió, cayo tan profundo como un clavado limpio con mínimas salpicaduras…

Entonces le grite te libero, te libero… ¡Me libero!…

Y me eche a llorar como nunca, como el loco que siempre he sido…

Solo que esta vez difería, pues lloraba de alegría, de felicidad…

Por qué el cadáver…

El cadáver, sí señor, al fin se había ido.

FIN


Historia creación de Cecy Gutiérrez, todos los derechos reservados.

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