viernes, 3 de abril de 2015

Sentencias de Humo: ¿Justicia?


Hola, nuevamente aquí con el siguiente capítulo de Sentencias de Humo, ya faltan muy pocos para su final.



Si alguien las está leyendo (si es que hay alguien jajja), espero que más o menos le estén agarrando a la trama, porque creo que la escribí muy enredada, y uno de los capítulos que no metí también servia un poco para aclarar la confusión.

Igual al final se solucionara un poco el problema jajaj, les comparto la historia, pero primero aclaro como siempre que no es apta para mentes cerradas, ni menores de edad y que perdura un poco la violencia como en la siguiente historia, aunque nada que no testen en la televisión, cine o  haya afuera, cuídense, ciao:D



¿JUSTICIA?
De niño siempre me fascinaron las historias de súper héroes, de policías, de jueces… Todo lo que fuera justicia llamaba mi atención.

Crecí… Cuando cumplí la mayoría de edad, me enliste en el ejército, pero no vi nada atractivo, termino mi tiempo y decidí convertirme en lo que más había amado un policía, deseoso por ejercer la justicia.

Solo que las cosas se salieron de control, no sé si fue el país…

Algo paso, mi salario era pésimo y mis compañeros sacaban dinero de yo no sé dónde, pero nunca les iba mal.

Mi esposa demandaba más, la crisis económica demandaba ganar mejor para subsistir… Y el crimen era el pan de cada día en Pelosulandia.

Veía como atrapaba a delincuentes a montones para que al poco rato salieran, recibí tantas amenazas por ejercer la justicia... Y no me daban miedo, a mí no me daba miedo nada, ni nadie.

El problema es que tenía una esposa y una familia.

Los años pasaron y comencé a surgir en mí un gran odio… Odio descomunal al sistema de justicia, al poder que tenía el dinero en las personas que hacía que siempre salieran libres los peores delincuentes.

Me corrompí… Me corrompí porque quería entenderlos, porque perdí la esperanza a la justicia, a la vida, a los hombres…

Muchos bandidos me ofrecían dinero extra por seguirlos, por protegerlos…. Decidí hacerlo un tanto preocupado, luego el dinero llovía, caí a mis pies como hojas en otoño…

Y todo lo que fui ayer, toda esa justicia se esfumo…

Me hice un ministerial y levantábamos gente que vendía productos ambulantes, sabíamos que ahí no estaba la droga y también que ese trabajo no nos correspondía … Pero el punto era fregar al prójimo, era como una ley quitarles sus productos, levantarlos y sacarlos después de unas horas, luego de que nos pagaran una pequeña cuota.

Nos burlábamos de ellos… Mis compañeros se sentían tan poderosos y yo los entendía pues nunca habían tenido nada en su vida, más que eso.

¡El abuso de poder, la intimidación!… Llegábamos a bares a clausurarlos si no cerraban a las horas correctas, a cobrar nuestra mordida…

Nos parábamos en avenidas y deteníamos el tráfico… El chiste era sacar dinero de donde se pudiera y donde se dejaran… Parábamos a conductores ebrios, o cualquier ciudadano que le faltaran documentos para circular o simplemente que nos cayeran mal.

No éramos policías de tránsito, pero había que sacarle provecho a eso que llamaban justicia.

La gente siempre caía… Las amenazas de llevarlos a la cárcel por un día y medio, hacían de nosotros unos policías perfectos para sacar dinero.

Manejábamos a exceso de velocidad, cruzándonos avenidas a un con semáforos en alto, la gente tenía que quitarse… Las sirenas de nuestras camionetas les avisaban, tantas infracciones cometíamos, tantos choques de mis compañeros pero nadie podía decir nada.

Nos sentíamos tan poderosos… Y ahí me puse a pensar en que podrida estaba la sociedad, mientras reía.

A veces gente me compraba presentes con tal de ir amenazar personas a sus casas, gente que no hacía nada pero que otros odiaban… A esta gente las visitábamos a sus casas para intimidarlas, algunos hasta golpeábamos, nos metíamos a su propiedad sin una orden de aprensión… Total la gente era ignorante y si no lo era con una paliza sí que lo eran.

La cosa se puso difícil cuando el poder se nos subió tanto que comenzamos a matar a esa gente que no tenía nada que ver con vandalismo, pero luego lo limpiábamos ocultándoles droga, incriminándolos por crímenes que no cometieron.

En eso se convirtió mi vida y deje de ser un héroe para convertirme en el villano cruel de cualquier película…

De pronto mi nuevo jefe nos pagaba para que ayudáramos en secuestros, en cobrar cuotas a negocios pequeños o medianos…

Y yo me daba tanto asco, porque lejos de ser lo que deseaba termine convertido en una alimaña.

Golpeando gente inocente, torturándola y sufriendo por dentro, mientras mis compañeros solo sentían adrenalina.

Levantando a hombres, a jóvenes inocentes y metiéndolos como chivos expiatorios para taparle las faldas a mi jefe, a la verdadera justicia que solo se ejercía en el no tenerla.

Llegaba con mi esposa, ya no sabía quién era…

Me sacaba de mis silencios…

-Pronunciando mi nombre: ¿Ramiro que es lo que tienes?…

Nada, yo nunca tenía nada… A veces sentía que ella me había llevado a esta vida, todo por sus quejas, todo por pedirme más, luego comprendía que no era ella, era la crisis, era el país, era mi avaricia, mis deseos muertos…. No sé qué paso, yo no podía entender que había pasado conmigo lo que un tiempo me divertía, me daba tanto dinero, comenzó a quemarme por dentro.

Los crímenes por las noches regresaban en sueños, esas personas pidiendo piedad y siendo mutiladas, cercenadas en partes, poniendo a cada parte de su cuerpo un maldito costo…

Y haciendo de la vida de una familia un infierno… El mismo infierno de una deplorable sociedad, de una deplorable ciudad, país… Solo un injusto mundo liderado por serpientes y hienas.

Yo era otra de ellas...

- Desaparecían niños, desaparecían mujeres y nosotros sabíamos quiénes eran, pero nos pagaban para callarnos, para no meternos…

- Y ese dinero nos cerraba la boca a mis compañeros y a mí… ¡A qué tan poco aspirábamos, que con ese mísero dinero nos dejaban tan quietos!

- Después de todo, la gente si tiene un precio para callarse y más los policías corruptos como nosotros… Y la delincuencia crecía y los políticos nos comían, todos estaban paralizados, estáticos mientras nos rompían en pedazos como a unas estatuas y nadie decía nada.

- Pasado un mes me pregunte en que había gastado todo ese dinero…

¿Qué era lo que me tenía tan ansioso por tenerlo? ¿Por qué derrochaba a grandes cantidades?...

Recordé que page mis cuentas, los recibos de la casa, comida, vestimenta que no usaba… Películas que no veía…

¿Qué era entonces lo que me pedía tener más?... Ahí fue que lo comprendí, no era nada, yo no usaba ese dinero lo guardaba y seguía preocupado creyendo tener carencia que ya no tenía.

Y si las tuve se iban en impuestos, en gasolina, en esos autos enormes y lujosos que tenía…

Salí a mi cochera los observe solo eran transportes de cualquier forma era lo mismo…La gente moría por materialismo, por vidas fáciles a un estando torcidas… La televisión había cambiado el concepto ya no había héroes…

Los héroes eran como mi jefe, como yo. Policías corruptos que no ejercían la justicia, que no protegían a los que realmente lo merecían…

Éramos ladrones y asesinos portando uniformes para incrementar el crimen, exaltar la maldad, la ambición, protegiendo asesinos silenciosos que no podían hacerlo ellos solos.

Todos nos movíamos por dinero, por adicciones que las cubrieran… Y este Ramiro difería, no tenía adicciones…


-¿Dónde me perdí?


Luego reí y dije dónde nos perdimos todos…

- La gente ya no confiaba en nosotros, nos veía como las sanguijuelas, como las pirañas que éramos.


- Entonces porque seguíamos, porque a un nuestro oficio existía, al igual que la política.

Solo los más ingenuos se la creían, el sistema era una broma cruel llena de porquería y esa porquería yo la salvaba, la promovía… Por venderme, vendí mi dignidad, mis valores, mis sueños, mi honor, todo…

- Me metí a mi casa más callado que antes, me senté, prendí el televisor y me enajene en una serie chistosa, olvidando el monstruo en que me había convertido, los asesinatos a inocentes, las cuotas, las mujeres y niños desaparecidos.

- Me enajene como todos en un mundo de fantasía que pudieran ser nuestro si no nos encargáramos de destruirlos…

- Basta, calle a mi cabeza, ya no quería pensar.

Tres horas en la televisión… Mi esposa no llegaba…

No llego en todo el día… Le hablaba su celular, me mandaba a buzón…

- Estaba desesperado, pensé que tal vez algo le había pasado.

- Tuve que volver al trabajo y ahí recibí su llamada...

Me dejo, me abandono como a un perro en esta Ciudad Infernal… ¿Qué falto? ¡Le di todo!...

- Tajantemente me contesto me falto amor, atención. Adiós Ramiro.…

Nunca más volvió conmigo…

Mi trabajo era hacer corrupción otra vez… Con mi rutina, con mi poder mermado…

Ya no la tenía…

Mis amigos me consolaban, podía conseguir otras mujeres… Yo ya no quería nada, quería regresar el tiempo y volver a lo que era antes, quería ser ese héroe que siempre soñé y no existía.

Y solo tenía una vida para hacerlo, ardiendo en el infierno que todos prendíamos… Harto de mi situación, decidí chingarme a mi jefe, a mis compañeros y volví a ejercer la justicia… ¡Yo quería arreglar toda mi maldita vida!...

Justo cuando al siguiente día declararía quienes estaban robando a los niños y a las mujeres… Me halle en mi casa a mi ex mujer muerta, hecha pedacitos sobre la cama, totalmente ensangrentada.

Esto lejos de entristecerme, me dio el suficiente valor para ir por esos desgraciados a los que un tiempo defendí por su estúpido dinero que ya no me importaba.

Salí y asesine unos cuantos pedófilos y depravados… No funciono, la vida no me alcanzo… A unos segundos de acribillar a los últimos depredadores me dispararon y la bala atravesó mi cerebro, mi vida, la justicia que desaparecía gritándome muy fuerte…

“En lo humano Ramiro, nunca encontraras justicia”. 

FIN


Posdata: Si desean leer la pasada historia para entender pulsa este link, si desean leer todas las las historias anteriores, pulsen este otro, las encontraran en la parte de abajo.


Historia de creación de Cecy Gutiérrez, todos los derechos reservados.

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